Fútbol y derechos humanos
Hace unos días el Racing Club anunció que haría socios eternos a los hinchas del equipo de Avellaneda desaparecidos durante la dictadura argentina. El sociólogo Julián Scher es el encargado de rastrear los nombres de los aficionados que merecerán tamaño honor. La promesa de la eternidad racinguista no compensará el dolor de las familias ni el silencio ignominioso en el que ocurrieron las desapariciones, pero al menos da a aquellas víctimas un estatuto especial reservado para los héroes. Yo creo, por otro lado, que el gesto hace más grande al club y también un poquito mejor este mundo en el que vivimos.
En la otra punta del mundo, los jugadores de la selección noruega saltaron al campo en sus partidos clasificatorios al Mundial con una camiseta que rezaba "Derechos humanos, dentro y fuera del campo". Unos días después, se sumaban a la reivindicación los jugadores de la selección alemana, con el mismo mensaje, pero mucho mejor diseño, y los de Holanda.
A nivel de clubes, la European Football Development Network, formada por entidades de toda Europa, ha puesto en marcha un año más la campaña More than Football con la que se busca dar visibilidad a los proyectos que decenas de clubes y fundaciones del fútbol mantienen con el objetivo de la mejora social en sus territorios. Es cierto que los clubes podrían hacer mucho más, pero no lo es menos que en los últimos veinte años se ha producido un importante giro social en el mundo del deporte.
El tópico define al fútbol como el opio del pueblo, una suerte de adormidera que impide el progreso social. Esta idea se fundamenta en el uso que las diferentes dictaduras han hecho históricamente del deporte rey para sus propios intereses, pero olvida que, en el otro lado de la balanza, el estadio ha sido y es un ámbito de libertad y reivindicación. Y puede seguir siéndolo, tanto en el verde como en la grada. Todo depende de las personas que lo habiten en cada momento y de sus intereses. A mí, esta semana me reconcilia con mi pasión y me da esperanza de poder tener un fútbol mejor y más justo.