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El vuelo del Águila

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Federico Martín Bahamontes cumplió 95 años el pasado 9 de julio. Como de costumbre, en plena celebración del Tour de Francia. Su carrera. Toledo, la ciudad que hizo universal en el deporte, celebró ese día un homenaje al que Fede no pudo acudir. Ya saben por qué. El Águila enfilaba el último vuelo. El tributo se brindó junto al monumento dedicado al propio ciclista que se eleva en el Miradero, uno de los lugares más icónicos, elegido por Bahamontes en primera persona. La estatua le muestra en plena ascensión, la imagen que le hizo famoso. No podía ser de otra manera.

Un jurado nombrado por L’Équipe, el periódico organizador del Tour, le eligió el Mejor Escalador de la Historia en 2013, en coincidencia con la 100ª edición de la ronda. Y eso es mucho decir. Sobre todo, porque las gestas de Fede hay que buscarlas más de medio siglo antes de esa elección, en blanco y negro, en los años 50 y 60, cuando estableció el récord de seis victorias en la Montaña que luego le igualó Lucien van Impe, su amigo y admirador. El belga me contó una vez que él quería ser como Bahamontes, no superior, por eso ganó un Tour y seis veces el maillot de lunares, que se estrenó en su época. Luego les superó Richard Virenque, con siete triunfos, un registro que indignaba al toledano. Y también a Van Impe.

En los tiempos de Bahamontes, ganar la Montaña otorgaba un prestigio extra, sobre todo en España, tierra tradicional de escaladores solitarios desde Vicente Trueba. Por eso dedicó gran parte de su vida a ello. Pero no fue la Montaña lo que le dio la mayor gloria, por mucho que encandilara a los aficionados, sino su victoria en el Tour de 1959. Fede, asesorado por Fausto Coppi, corrió aquel año con la calculadora en la mano, sin derrochar esfuerzos, con la mirada en el Parque de los Príncipes de París. Fue un Bahamontes distinto, pero fue el Bahamontes que ingresó en la historia. Su golpe más importante lo dio en la cronoescalada al Puy de Dôme, con la catedral de Clermont Ferrand al fondo. Una foto legendaria. Es el mismo volcán del Macizo Central que se subió el pasado 9 de julio en la novena etapa del Tour. Una bella coincidencia en su 95 cumpleaños. Y un bello adiós al más grande escalador.