Leo se va mañana… quizá

Todo es probable, incluso lo imposible. Al fútbol le han dado tantas vueltas, la afición ha sido tan burlada y los clubs han sido tan desconsiderados que, si se hiciera un memorial de agravios general, nadie, ni los que presumen de ser perfectos, saldrían con bien de un examen de ética general. Naturalmente, como ahora parece lugar común, los peores han sido Bartomeu y los suyos, que están dejando escapar, entre otros, a Messi, el agua especial de sus cañerías.

La noticia de que se va se parece, con perdón, a las noticias que ya ha habido, sin pandemia por medio, siempre que el astro de Rosario, padre de familia y capitán, ha querido tensar la cuerda y señalar a los culpables de su distanciamiento de la directiva. Esta vez las autoridades que han desarrollado el argumento de su posible huida definitiva dan esta probabilidad como cierta, y sitúan su adiós para el año que viene…

Asegurar algo ahora, y con los mimbres actuales, es fiarse de la suerte de acertar, porque esa familia a la que pertenece el hijo más famoso de los Messi lo discute todo en casa y de manera minuciosa, como si estuvieran contando, como el de Aracataca, moneditas de oro. Estaría bien recomendar a los asustados por lo inmediato que tomen la tila del tiempo. Un año en Messi es más difícil de concretar que la palabra mañana.

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