El Parque de las Balas

El confinamiento ha despertado muchas vocaciones aletargadas. La última es la de voyeur o vieja del visillo. Nos asomamos al balcón y pedimos el VAR ante la primera actitud sospechosa que vemos por la calle, a toque de silbato y amonestación verbal. También en esos balcones a las vidas de los otros que son las redes sociales. Cuando un futbolista comparte en Instagram cómo está viviendo el encierro, en ocasiones rodeado de jardines, piscinas, campitos de fútbol y gimnasios, automáticamente se alzan las voces indignadas. Es el salvaje oeste ahí fuera. Como canta Carolina Durante: En el Parque de las Balas, la Virgen tiroteada.

Cuando me quiero poner muy estupendo, me acuerdo del comienzo de El Gran Gatsby: "Siempre que sientas deseos de criticar a alguien, me dijo mi padre, recuerda que no a todo el mundo le han dado tantas facilidades como a ti". Es una buena vacuna contra los prejuicios de pistolero rápido. "Nunca supe lo terrible que era ser pobre hasta que tuve dinero", decía la protagonista de Una mujer inoportuna. Un hermano de Scottie Pippen comenta eso mismo en el celebrado documental sobre Jordan, El último baile: éramos tan pobres que no sabíamos que éramos pobres. El cambio de una realidad a otra a veces puede ser tan brusco que ni se dan cuenta. O se dan cuenta y es una forma de decir "he llegado". El "me lo merezco" de Míchel. ¿Y quién es uno para juzgar eso? ¿Dónde se pone el límite? ¿Dejamos de compartir nosotros las fotos de la cena de Navidad o de vacaciones porque otros tengan menos o, peor aún, nada?

Ocampos, Banega, el Mudo Vázquez y De Jong.

Quizá no sea un ejercicio de buen gusto. De lo que sí que soy partidario es de conservar cierta intimidad y misterio. Por salud mental, más que nada. Tener tu santuario a salvo del escrutinio diario. Mi teoría es que algunos son ya adictos a la exposición. Y lo pasan mal si no sienten el continuo aliento de los seguidores. Ese chute de dopamina. Siempre abogo por la libertad y el sentido común frente a la censura y el fariseísmo en redes sociales. Aunque también soy algo refractario a ese narcisismo continuo que a veces se ve. Estoy hecho un lío. Creo que voy a salir al balcón a increpar a un viandante. Eso aclarará mis ideas.

Por cierto, Jordan se negó a que saliera su casa en el documental sobre su vida. Rodaron en una alquilada. ¿Casualidad? Sigue siendo el más listo de la clase.

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