Madrid-Atleti o el espejismo de aquel 3-7

La solidez es blanca. En fútbol, medio año puede ser media vida. El pasado verano, la contundente goleada rojiblanca en Estados Unidos disparó la ilusión de los atléticos, con la exhibición goleadora de Diego Costa, la pinta de estrella de João Félix y generó desazón en el madridismo, previendo que la temporada anterior tuviese continuidad y se acabase convirtiendo en otro vía crucis. La solidez y el compromiso, seguramente los atributos que mejor hubiesen definido al Atlético de Simeone, son ahora seña de identidad de este Real Madrid, que ha conseguido dejar la portería a cero en más de quince ocasiones. La eclosión de Fede Valverde no debe esconder que, más allá de la clase de Kroos, al Madrid se le ha puesto cara de Casemiro, dicho desde la mayor de las admiraciones al jugador brasileño, que ha recogido el legado de veteranía, de competitividad y de amor al fútbol, que históricamente se transmitió en el vestuario blanco.

El método Zidane. Resulta que la flor de Zizou es una entelequia, pero sí es verdad que ha tenido la paciencia del jardinero para hacer florecer a algunos jugadores que hace seis meses algunos hubiesen preferido ver lejos del Madrid. Excepción hecha de Bale, que es más de green, creyó en Valverde, fue el único que no dudó de Isco, sacó brillo a Kroos, afiló a Benzema, creyó en el Courtois de Bélgica, devolvió la sonrisa a Lucas Vázquez y espera a Hazard para la traca final, o sea para el último trimestre del ejercicio que es donde de verdad hay que llegar como un avión. Todos, menos uno, se sienten importantes en el Madrid de Zidane y el técnico, que nunca ha olvidado el futbolista que fue, ha mejorado todas sus capacidades hasta erigir en seis meses un gran equipo y un monumento a la ilusión, que es lo máximo que se puede construir en febrero.

Cambio de papeles. En seis meses, el indiscutible Simeone ha pasado a ser discutido. El Atleti del Cholo parece haberse dejado parte de su identidad. Su mejor fichaje es portugués, pero ni tiene 19 años ni juega de mediapunta, sino de central y supera la treintena. Felipe es la única buena noticia del deambular rojiblanco, que no ha encontrado ni el liderazgo de Koke ni de Saúl, ni el gol de Diego Costa, por no hablar de la intrascendencia de demasiados futbolistas. Los otrora sospechosos de falta de voluntad, como Yannick Ferreira Carrasco, ahora son soluciones de emergencia. Igual es que Lemar, setenta millones y setenta oportunidades después, no iguala el rendimiento del belga.

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