¡Póngame un Mundial descafeinado!

Hoy arranca el Mundial! Uno que nos mostrará la nueva e incipiente versión del mejor rugby del planeta, la que millones de aficionados llevamos esperando cuatro años. Uno de los mayores espectáculos deportivos que se pueden ver. Un deporte especial, jugado por deportistas de gran categoría.

Y lo hace, por primera vez, saliendo del circuito de países organizadores con gran tradición al que nos tenían acostumbrados sus políticos/dirigentes. Esta vez se celebrará en Japón. Será antesala de la gran cita olímpica de Tokio 2020. Espero, por el bien de las naciones pequeñas, que no sea un fracaso. Le estaríamos dando a World Rugby (la FIFA del rugby, para que me entiendan) la excusa perfecta para no otorgar nunca más su gestión a otro país que ellos no consideren de su cuerda, o que no forme parte de la selecta oligarquía británica.

Me encantaría que fuera el Mundial de los pequeños, del proletario… Porque eso es lo que es España en esto del rugby, unos perfectos proletarios que hoy, si nos hubieran dejado, nos habríamos enfundado nuestros trajes de superhéroes y hubiéramos hecho vibrar a los nuestros apelando a la épica contra Japón.

Ayer anuncié mi retirada del rugby profesional y no les quepa ninguna duda de que este Mundial, tras la tragedia española en Bruselas, me lo voy a tomar descafeinado. Descafeinado a la altura de muchas cosas que hoy en día nos empeñamos en hacer que pierdan frescura y espontaneidad, en despojarlas de aquello que las hace únicas…

*Jaime Nava jugó 80 partidos con la Selección y la capitaneó durante cuatro años hasta su retirada

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