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Galletas, granujas y genios

En una de mis películas favoritas, Granujas de medio pelo, un grupo de ladronzuelos de poca monta y aún menos ideas, comandados por un Woody Allen al que llamaban en la cárcel Cerebro de manera sarcástica, traza el no muy brillante plan de robar un banco intentando acceder a la cámara acorazada por un túnel cavado desde una tienda de galletas que abren como tapadera en el local de al lado. El atraco, como no podía ser de otra manera con semejante hatajo de inútiles, termina siendo una chapuza. En cambio, la pequeña tienda de galletas que no era más que un negocio pantalla para excavar el butrón sin levantar sospechas, rompe en exitazo; las colas dan la vuelta a la manzana y se hacen millonarios abriendo franquicias. En el fútbol a veces suceden accidentes de este tipo: éxitos inesperados que no formaban parte del guion inicial.

Un caso reciente sería Lamine Yamal, cuya trayectoria habría podido taponar Dembélé de haber seguido en el Barça. Nadie duda de que la calidad de Yamal habría terminado abriéndose paso, como la vida en Jurassic Park, pero sin la espantada del francés tal vez no habría podido gozar del protagonismo necesario para acabar siendo con 17 años la estrella de España en esta Eurocopa. En el Real Madrid este éxito por accidente ha ocurrido en varias ocasiones: cuando regresó Ancelotti, por ejemplo. Se pensaba que sería un entrenador de transición, ya de vuelta de todo, y al final está firmando uno de los tramos más brillantes de su historia reciente. El propio Zidane parecía un parche tras el cese de Benítez a mitad de temporada; terminó consiguiendo tres Copas de Europa consecutivas, lo nunca visto. Guardiola, por ejemplo, marcó una época y un estilo cuando nunca fue la primera (ni la segunda) opción de un Barça que andaba por entonces a la deriva (cuando el encargado sale a decir “¡al loro, que no estamos tan mal!” es que estás muy mal). Cada temporada se dan nuevos casos: Mendilibar, Cucurella o los chicos del Valencia.

Me gustan estas ocasiones en las que las ideas menos esperadas son las soluciones más exitosas. Como quien encuentra un yacimiento de petróleo en el jardín de casa. Añaden algo de misterio y de incomprensión al fútbol cuando creemos que ya lo hemos visto todo. Y nos enseñan que un plan B, o incluso C, puede cambiar trayectorias para quienes saben aprovechar las oportunidades, sin importar la edad o el currículum. Cuando nadie espera nada de ti, salvo que no estorbes, puedes llegar a ser un alquimista: ir a por cobre y volver con oro. Cada galleta recién horneada es única, distinta. Da igual que sigas la receta a pies juntillas. Aunque utilices moldes, saldrá a su manera. Por mucho que vigiles el horno, por mucho que controles los tiempos. Eso es lo bonito que tienen las galletas. Y el fútbol.

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