El problema de Bale

En 2012, Philippe Pozzo, tetrapléjico desde hace más de dos décadas e inspirador de la película francesa Intocable, concluyó en una entrevista en El País que el problema "no consiste en estar roto, sino en estar solo". Lo recordé anoche observando cómo Bale se quitaba de encima a Lucas Vázquez en la ¿celebración? de su gol de penalti (inexistente) ante el Levante. Su feo gesto hacia el gallego y, por extensión, hacia todo el equipo refleja la situación de un jugador indescifrable y peleado con el mundo, aunque con quien debería estar irritado es consigo mismo.

Tal vez Bale opine que Lucas Vázquez es el culpable de que no sea el líder que el Madrid creyó que iba a ser cuando se marchó Cristiano; o que Courtois, aparte de desvelar que en el vestuario le apodan El Golfista, lleve años detrás de una conspiración dentro de la FIFA para que no le den ese Balón de Oro que Florentino Pérez pronosticó cuando le fichó; tampoco es descabellado que esté convencido de que Marcelo domina con la misma destreza el inglés que la pelota y se niegue a mantener con él una conversación fluida o incluso que Vinicius soborne a Solari con algún jamón ibérico para que le ponga de titular. Todos estos escenarios son más probables que la autocrítica del galés. Sin embargo, el único culpable de su no titularidad es él mismo. A su falta de carisma y de salud (22 lesiones), se le suma su irregularidad en su fútbol. Goles icónicos pero también demasiados cantes: como el de, habiéndose lesionado, marcharse del Bernabéu cuando su equipo perdía con la Real; la butifarra en el Metropolitano; el desplante a Lucas tras el 1-2 al Levante...

Bale reclamó tras la final de Kiev más minutos, la titularidad, y acompañó la frase con la amenaza de marcharse si eso no era así. Florentino, que se marchó en su primera etapa reconociendo que había malcriado a los jugadores, envolvió al galés de unos privilegios que se han llevado por delante a Ancelotti o Zidane (¿actuará con la última falta de respeto del jugador?). Eso y su falta de adaptación y sintonía con el vestuario han ido convirtiendo a Bale en un elemento extraño y solitario. Y eso es un problema mayor que estar roto...

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