Days Gone se merece una segunda parte; una cuestión de confianza
Sony Bend Studio creó un videojuego divisivo y con una nota por debajo de los grandes referentes exclusivos de PlayStation, pero su idea tiene potencial.
Voy a comenzar dejando claro que Days Gone no me gustó. Sin embargo, tiendo a sentirme especialmente atraído por las nuevas propiedades intelectuales, especialmente si se trata de producciones AAA de las que se presuponen unos estándares tan elevados como los que ofrece PlayStation Studios. Y la generación de PS4 ha sido brillante a ese respecto con todo lo que comprende a la firma nipona.
Ha habido un denominador común en casi todos ellos: encandilaron al gran público. Los Ghost of Tsushima, Marvel’s Spider-Man, Horizon Zero Dawn, The Last of Us Parte II o God of War se catapultaron como una de las opciones predilectas de la comunidad en su año. Es por ello por lo que espero una segunda oportunidad para la obra de Sony Bend Studio, ahora generalmente más defendida por los usuarios que en su estreno.
Otra cosa es que Sony esté por la labor, que no lo parece, al menos por el momento.
El reporte de Bloomberg sobre la desestimación de la gigante nipona ante la propuesta de secuela del conjunto todavía capitaneado por John Garvin y Jeff Ross me lastima. Es evidente que ese desarrollo no fue fácil —siete años de desarrollo correspondido por un éxito aparentemente insuficiente para las demandas de la empresa—, que el 71 sobre 100 en Metacritic pesa mucho y que, ante todo, las ventas iniciales estuvieron por debajo de las expectativas. El boca a boca no es suficiente.
Aunque mi experiencia con el juego fue de incompatibilidad, con una suma de elementos que siento haber jugado ya muchas veces, sí percibo buenas ideas en el planteamiento de diseño con la moto, enfoque jugable y de construcción de mundo: Days Gone dejó claro su potencial y sembró su candidatura a licencia con continuidad, con mayor o menor acierto.
Encuentro ciertas reminiscencias con el primer Uncharted. Recuerdo el impacto que supuso en mi relación con la marca ese brillante Uncharted 2 y el lugar en que dejó a la primera parte, con sus costuras mucho más evidentes. En ese momento, con una PS3 en pleno proceso de implantación en el mercado, Sony fue inteligente al permitir que el equipo de Bruce Straley y Amy Hennig diese con la tecla correcta y generasen de ese nombre un mito, Nathan Drake.
No pretendo decir con esto que Deacon St. John tenga los mimbres para convertirse en un nuevo Nate, pero démosle el beneficio de la duda al estudio de Oregón y dejémosles probarse a sí mismos. Igual que los holandeses de Guerrilla con Aloy. Si el grupo de Garvin y Ross quería hacer un hipotético Days Gone 2, del que reconocen su existencia en cierto momento antes de su marcha, es porque tenían ideas.
Para mí las ideas están por encima en una industria donde los AAA no suelen destacar por sus riesgos.
Sony valora otras cosas y es muy respetable, pero tiendo a pensar que la competencia alienta a la búsqueda de la perfección entre los equipos. Naughty Dog y Sony Santa Monica han elevado su propio techo con sus últimas obras, bombazos en crítica y venta; y ahí tenemos a los Guerrilla, Insomniac Games y Sucker Punch, recordando a navegantes que hay más postulados para ese particular Olimpo de PlayStation Studios. Quieren estar a ese nivel.
Sentiría un gran desaliento al saber que Bend Studio quedase relegada —como antaño— a recibir trabajos externos de esos grandes buques insignia, que ese talentoso estudio pueda vivir la misma suerte que SIE Japan en un futuro. Si de mí dependiese, les daría una segunda oportunidad. Un órdago que nos deje ver, ahora de verdad, si Days Gone puede ser o no una saga emblema de PlayStation.
- Aventura
- Acción
Days Gone, desarrollado por Bend Studio y distribuido por Sony para PlayStation 4 y PC, es una aventura de acción sobre supervivientes y aquello que los hace humanos: la desesperación, la pérdida, la locura, la traición, la amistad, la hermandad, el arrepentimiento, el amor y la esperanza. Trata sobre cómo estas personas encuentran una razón para vivir incluso al enfrentarse con esas enormes tragedias. La esperanza nunca muere.