CORONAVIRUS

El efecto secundario de la vacuna que se confunde con el cáncer

Enric Fontcuberta

Uno de los efectos de la vacuna contra la COVID-19 es la inflamación de ganglios linfáticos cerca de la axila de dos a cuatro días después de la inoculación.

La administración de las vacunas contra el coronavirus ha generado, según médicos especialistas en el diagnóstico de diversos tipos de cánceres, un efecto secundario extraño similar a los de otros tipos de tumores: la inflamación de ganglios linfáticos en zonas cercanas a la axila.

Este efecto, principalmente detectado en Estados Unidos, no presenta mayor relevancia tras el pinchazo, pero es posible confundirlo con algún síntoma de cáncer. Sin embargo, y a pesar de que "en una mamografía podría asustar", tal y como explica la radióloga del Hospital Universitario de La Coruña, María Jesús Díaz, la inflamación desaparece tras varias semanas.

Según la jefa de Imagenología Mamaria del Hospital General de Massachusetts, la doctora Lehman, la inflamación es una reacción del sistema inmunitario que verifica que la vacuna está haciendo efecto. La hinchazón aparece siempre en el mismo lado donde se ha recibido la vacuna, por lo que los especialistas recomiendan que, en caso de haber tenido antecedentes con problemas mamarios, el preparado se inocule siempre en el lado contrario al de la mama afectada o, incluso, en el muslo.

Aparición del síntoma y por qué se produce

Este síntoma aparece habitualmente entre los dos y los cuatro días posteriores a la vacunación y debería desaparecer, como máximo, a las cuatro semanas. "Si pasado este plazo no ha remitido la inflamación es recomendable consultar la situación con un médico", resalta Díaz.

La vacuna contra la COVID-19 no es la primera que presenta estos efectos secundarios en algunos pacientes, puesto que ya se había notificado con la vacuna contra la gripe o con la del Virus del Papiloma Humano (VPH). "La inflamación se produce debido a que la vacuna se inyecta en el deltoides, muy cerca de los ganglios que regulan la respuesta inmunitaria en esa zona y que, casualmente, son los mismos que sufren las consecuencias en el cáncer de mama", ha explicado el oncólogo del Hospital Virgen de la Salud de Toledo, José Ignacio Chacón.

La vacuna de Moderna incluyó esta inflamación entre sus posibles efectos secundarios, ya que fue presentada por el 11,6% de los pacientes en la primera dosis y por un 16% de ellos tras la segunda. De los vacunados con el preparado de Pfizer/BioNTech, solo un 0,3% sufrió estos síntomas, aunque tardaron más en desaparecer, según estudios preliminares.

Posponer el diagnóstico

Al ser una sintomatología conocida como consecuencia de la vacuna, los especialistas están retrasando las pruebas diagnósticas a los pacientes que han recibido las dosis. "Si no lo supiéramos haríamos una biopsia, pero así evitamos sustos innecesarios", ha subrayado Chacón.

Un artículo científico escrito en la revista Radiology recomienda retrasar las pruebas durante unas semanas en el caso de que las personas hayan sido vacunadas y sus síntomas sean compatibles con la inoculación de las dosis contra la COVID-19, "más aún si la situación no representa un riesgo urgente".