CORONAVIRUS

Así entra el coronavirus en el cuerpo humano

PRAKASH SINGH

La proteína spike es clave para adentrarse en el organismo humano e infectar las células. Esta se adhiere a la enzima ACE2 y comienza a expandirse.

Ha pasado ya más de un año desde que se detectaran los primeros casos de coronavirus. Empezó por China y de ahí se expandió por todo el mundo. Desde entonces, las restricciones y medidas para combatir al SARS-CoV-2 son muchas y variadas.

Este patógeno, que provoca la enfermedad de la COVID-19, entra en nuestro cuerpo a través de las vías respiratorias, de ahí el uso de mascarillas con las que taparnos tanto la boca como las fosas nasales. Tras ello, gracias a la proteína spike, consigue acoplarse a las células para así infectar al organismo.

Desde los primeros meses de pandemia se señaló a esta proteína S (spike, en inglés) como la vía de entrada del coronavirus en el organismo humano. Gracias a ella se 'conecta' a la enzima ACE2. Esta haría las veces de cerradura, mientras que la proteína spike es la llave que encaja y contagia a los seres humanos con la COVID-19.

El objetivo de las vacunas

Precisamente ese es el objetivo que tienen las vacunas: neutralizar esta proteína pico para impedir que continúe con su camino hasta la enzima ACE2. Lo que consigue el tratamiento es que nuestro sistema inmunitario reconozca a a esta proteína como un elemento extraño, que no debería estar en nuestro cuerpo. Así, se producen anticuerpos y linfocitos T, que actúan como memoria en el organismo. Si una persona vacunada se contagia de coronavirus, los linfocitos se encargan de reconocer la proteína spike y destruirla.

Una mutación en la proteína S, tras las variantes más infecciosas

En los últimos meses han ido surgiendo diversas variantes del coronavirus. Algunas de ellas, las que más preocupan (Reino Unido, Sudáfrica y Brasil), cuentan con una mutación en la proteína spike que las hacen hasta ocho veces más contagiosas.

Según un estudio publicado en la revista eLife, llevado a cabo por la Universidad de Nueva York, junto con el Centro del Genoma y el Hospital Monte Sinaí, "corrobora los hallazgos de que la mutación D614G hace que el SARS-CoV-2 sea más transmisible".

Aunque esto no significa que se pueda desarrollar un cuadro más grave de la enfermedad, los expertos muestran su preocupación porque esta mutación pueda volver al virus más resistente a las vacunas. Por ello, consideran "beneficioso" que los futuros tratamientos incorporen "diversas formas de la proteína S de diferentes variantes".