Linfocitos T: la gran esperanza contra las nuevas cepas de COVID
Circulan por la sangre, forman parte de nuestro sistema inmunológico y tienen la misión de atacar a los agentes extraños para destruir las células infectadas.
Una de las mayores preocupaciones que existen en la actualidad está relacionada con la posibilidad de que las nuevas mutaciones del coronavirus sean resistentes a las vacunas. Por ello, los científicos están trabajando en la búsqueda de respuestas inmunes que puedan proteger frente al virus.
Y la esperanza tiene un nombre: linfocitos T. Se trata de células que circulan por la sangre y forman parte de nuestro sistema inmunológico. Su misión consiste en atacar a los agentes extraños para proceder a destruir las células infectadas. Así, hay confianza de que puedan ofrecer protección contra el coronavirus.
Esperanzas
Daina Graybosch, analista de biotecnología, dio pistas sobre la importancia de su funcionamiento: "Sabemos que los anticuerpos probablemente sean menos efectivos, pero confiamos en que las células T puedan salvarnos. No tenemos los datos, pero podemos tener la esperanza".
Las vacunas desarrolladas hasta la fecha se han centrado en la creación de anticuerpos. Pero los expertos también se han apoyado en la función de los linfocitos T para atacar a los patógenos externos. Existen dos tipos: células 'T killer' (o 'asesinas'), que buscan y destruyen las células infectadas; y células 'T colaboradoras', que estimulan la producción de anticuerpos y de células 'T killer'.
Contra las nuevas cepas
Estos componentes se antojan fundamentales para luchar contra las nuevas cepas existentes. Así lo señalan los estudios de los inmunólogos Alessandro Sette y Daniela Weiskopf, del Instituto de Inmunología de La Jolla, en California.
Según los primeros datos, las células T generadas por aquellas personas que han padecido la enfermedad, se dirigen a 15 o 20 fragmentos de coronavirus. Además, varían mucho de una persona a otra, lo que confirmaría que una población generaría una gran variedad de células T para acabar con el patógeno.
Aunque la investigación de Sette y Weiskopf no ha sido revisada todavía por pares, los científicos han recibido una gran noticia: utilizando la cepa sudafricana, los linfocitos T generados por una vacunación o una infección previa no se dirigen a las regiones que fueron mutadas.
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