El CSIC descubre las claves de Spike, la proteína que facilita el contagio de la COVID-19
El estudio informa de cuáles son sus movimientos, además de proponer “la localización de algunas bisagras moleculares que los permiten”
La lucha contra el coronavirus sigue dando pasos al frente. Diferentes estudios siguen revelando más avances y cada vez se conoce más las características de este virus que ha provocado una pandemia hace ya siete meses. Las últimas investigaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) revelan cuáles son las claves de la flexibilidad de la proteína spike del coronavirus, la cual permite la entrada del virus en las células y propaga su infección.
Los resultados de este estudio, publicados este pasado martes en la revista International Union of Crystallography Journal, detallan el funcionamiento de esta proteína, la cual podría ser de gran utilidad para el desarrollo de terapias que busquen erradicar el coronavirus desde dentro de las propias células. En la misma investigación se informa de cuáles son los movimientos de esta proteína spike, además de proponer “la localización de algunas bisagras moleculares que los permiten”, según apunta el CSIC en un comunicado.
Para sus estudios y análisis de los movimientos o la dinámica estructural de la proteína, el CSIC ha desarrollado nuevos métodos computacionales a raíz de un estudios de cientos de miles de imágenes de crío-microscopía electrónica. “Mediante los nuevos desarrollos propuestos en análisis de imagen hemos podido comenzar a entender la flexibilidad de la espícula infectiva del virus, detectando algunas de las bisagras moleculares que facilitan su entrada en la célula”, informa el investigador del CNB-CSIC y uno de los responsables del estudio, José María Carazo, a EFE.
Un estudio en tiempo récord
Con estos avances, han podido alcanzar grandes resultados en un tiempo récord. “Gracias a esta colaboración, hemos podido identificar el movimiento que sigue la proteína S para fusionarse con las membranas celulares", ha añadido Carazo.
Roberto Melero, primer autor de esta investigación, junto con Carlos Óscar Sánchez Serrano, explica que el trabajo supone una “prueba la existencia de una flexibilidad continua y característica en la proteína S del SARS-CoV-2 que no habíamos sido capaces de detectar previamente, y que podría ser útil en el diseño de nuevas terapias dirigidas a bloquear la entrada del virus en la célula”.
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