Antes de este partido habitualmente decisivo en LaLiga, el Barça sufrió un terremoto que no ocurre desde 2011. Vuelve el máster del siglo, esos partidos Barça-Madrid que Mourinho y Guardiola pusieron al rojo vivo.
Messi hizo algo más: desmintió que el Barça no quiera la Copa. Todo el partido fue un desmentido de aquel Barça que jugó en Sevilla la primera parte de la eliminatoria.
Todo estaba hecho para que Cristiano hiciera lo que le diera la gana, me dijo el maestro. "Tiene respeto por un valor, el valor del dinero".
Este partido del Barça en Girona tendría que haberse jugado en Miami, en serio. Por lo menos hubiera tenido el aliciente de lo innecesario y de lo puramente excéntrico.
Fallaron tanto, fueron tan torpes los veteranos y los nuevos, que se hicieron tan indignos a la historia de la camiseta en el Sánchez Pizjuán.
En un partido opaco al que Dembélé puso brillo fue al final Messi el que desde la suplencia le dio al Barça el triunfo.
Noticia tremenda para los que amamos esa conjunción de fútbol y palabra que representó Juan Cueto, fallecido en Madrid el pasado lunes.
La primera vez que vi a Juan Cueto para estar con él un rato fue en Gijón, en Villa Kety, donde se guardaban reliquias del pasado cruel de Europa ...
Messi es un genio tranquilo de Rosario. No hace aspavientos, no se queja si cae, y celebra con su ritual de siempre.
Sólo un escritor como Manuel Vicent, habitante preclaro del universo de la metáfora, podría llegar al alma del Valencia, ¿qué le pasa?
Fue un partido sin Messi. Y eso hace concebir cualquier cosa: que aparezca un sustituto o que surja un fantasma. No hubo sustituto.
Da gusto encontrarse a Concha Velasco en el cine, en el teatro, en la radio y en la vida. La conocí cuando no era aún ni la Chica ye-yé...
En el partido del Coliseum el único al que el rosa funcionó fue a Messi, que hubiera llegado en Getafe a los cuatrocientos goles en la Liga.
Las plazas de los pueblos se convierten en canchas de fútbol. Los niños que disputan esos partidos sienten muy dentro el balompié.
“¿Quién llenará de primaveras este enero/ y bajará la Luna para que juguemos?” Corazón partío, Alejandro Sanz.
El Madrid ganó otra vez el Mundial de Clubes. Tres veces consecutivas es un récord que remite a este equipo en las distintas competiciones de su historia.
Dos oportunidades geniales de los dos únicos jugadores peligrosos del Barça desequilibraron un partido que suele ser maldito para los de casa.
Luka Modric no está cabreado con su equipo, no parece, está cabreado con Simeone. Considera que ha sido desconsiderado con él.
En el gol que le dio el genio intuitivo a Luis Suárez a Lluis Flaquer se le ocurrió la enésima metáfora que merece el rosarino.
El partido tuvo dos historias. Ese gol de Dembéle, de factura propia, y la despedida del campo de este artista. El favor del público lo tiene ganado ya.
La Copa Libertadores se dilucidó ayer aquí. No era fácil elegir para tremendo encuentro difícil, Madrid es una ciudad dispuesta.
Un partido excepcional que comenzó entonces, se interrumpió en el Monumental, y terminó en el Bernabéu con una intensidad insólita.
Un partido excéntrico. Se juega fuera de su foco habitual, en una ciudad que sólo se parece a Buenos Aires en el Café Gijón, que podría ser el Tortoni, ...
Algunos aprovecharon la oportunidad, los goleadores, sobre todo, pero lo que hizo Riqui Puig para el cuarto gol, el segundo que marcó Denis Suárez, hay que ponerlo en la primera fila del futuro.
José Luis Núñez dispuso de todo el poder en el Barça, manejó nombres propios de enorme resonancia, en el campo y en el banquillo, ganó trofeos y perdió otros...
Página11