JUAN CRUZ

Es tan difícil amar el fútbol…

Este partido del Barça en Girona tendría que haberse jugado en Miami, en serio. Por lo menos hubiera tenido el aliciente de lo innecesario y de lo puramente excéntrico.

Juan Cruz
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... a veces. Este partido del Barça en Girona tendría que haberse jugado en Miami, en serio. Por lo menos hubiera tenido el aliciente de lo innecesario y de lo puramente excéntrico. Probablemente, además, los futbolistas (los de los dos equipos) se hubieran sentido inclinados a esforzarse para demostrar interés o calidad. Pero se jugó en Girona, el Barça acudió como si hubiera ido a una fiesta campestre con riesgo de tormenta, y lo hizo con una pereza que contagió al Girona, otras veces vigoroso y pletórico.

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En esta ocasión, como suele ocurrir, el fútbol lo puso Messi, y Ter Stegen hizo lo acostumbrado: parar para que el resultado, aseado por Messi, no fuera otra sorpresa sevillana en esta Liga que parece el claro objeto del deseo.

Otra vez Coutinho exhibió su desazón y de nuevo hubo que mirar para otro lado para perdonarle los fallos. Si no despierta este equipo algún día, como decía don Luis Suárez, se va a encontrar el cántaro roto.

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