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Un equipo esperando a Godot

Fue un partido sin Messi. Y eso hace concebir cualquier cosa: que aparezca un sustituto o que surja un fantasma. No hubo sustituto; ni Dembélé se hizo acreedor a las expectativas, ni Coutinho cumplió con su deber, ni nadie, excepto Cillessen, mostraron entusiasmo o ganas por defender al Barça de un desconcierto que lo sumió en la desesperación y en una nadería atosigante.

Hasta que apareció Denis Suárez como el único fantasma vivo de un equipo moribundo. Por decirlo así, Denis Suárez fue el Godot que durante una eternidad inactiva esperó el Barcelona en el que no hizo nada ni siquiera Busquets, de los más impecables azulgrana de la historia. Nada de nada, todos estaban esperando a Godot. Y Godot, este Denis Suárez, fabricó él solo una jugada preciosa, provocó un penalti milagroso y, en la única jugada acertada de este partido que le duró una época, Coutinho lo transformó en un gol que mantiene vivo al fantasma que fue el peor Barça de la temporada. Dio vergüenza verlo jugar, observar cómo fracasaban, uno a uno las distintas novedades del equipo, como si ninguno estuviera satisfecho por el papel asignado. Me fijé en el rostro de Ernesto Valverde. Me siento identificado con esa cara de disgusto. Debe ser muy triste para un entrenador de élite observar cómo la élite se cansa de sí misma.