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Zidane, Bielsa, Robinson y la poesía del fútbol

El sabio Michael

Noticia tremenda para los que amamos esa conjunción de fútbol y palabra que representó Juan Cueto, fallecido en Madrid el pasado lunes. As glosó su figura de inventor de una manera de ofrecer el fútbol en televisión, como uno de los fundadores de Canal +. Relaño y Michael Robinson, entre otros, contaron la historia de un genio que, además, cambió la conversación nacional sobre la vida y sobre la cultura. Robinson recordó, por ejemplo, cómo Cueto lo conminó a seguir hablando español como le diera la gana. Él le respondió siendo el más ingenioso de los comentaristas del fútbol en su historia.

Y el sabio Bielsa

Unos días después de esa despedida apareció en As una importante imagen con palabras. Las palabras del sabio Bielsa explicándole a Zidane las tácticas que aplica al fútbol. El argentino, que ahora trabaja en Inglaterra, le contó sus tácticas a uno de los jugadores (y entrenadores) más ilustres del fútbol y, sobre todo, del Real Madrid. Admirable lección sensata, llena de arte, que borra (si es que era necesario) esa suposición de que Bielsa es un ciudadano de prontos insensatos. Al contrario, se comportó como un profesor que le dice a su alumno más aventajado cómo ha ido él mismo aprendiendo de sus errores.

Poesía del fútbol

Hablábamos de todo eso con alumnos de la Escuela de Periodismo de EL PAÍS, que dirige Álex Grijelmo. Me sorprendieron los conocimientos de dos alumnos, Carlota Martín Sarría y Ernesto Lagomarsino Ortega. Apasionados del fútbol… y de Robinson… Movistar tendría que hacer un día una asamblea de chicos que deben al comentarista su fe en el fútbol. Lagomarsino, diecisiete años, va para émulo de Cortázar, contó que se hizo del fútbol cuando tenía siete años y le escuchó decir a Robinson, tras las palabras de Carlos Martínez contando un célebre gol de Messi: "Esto es poesía".

La ética y la memoria

A Lagomarsino le vino a su memoria joven cuando Bielsa se denunció a sí mismo por ser descortés con un jardinero del Athletic. "Un ejemplo ético no habitual en el fútbol". Enrique Stuyck, el más veterano de los alumnos, abogado, empresario, periodista, cumplió ayer 76 años, expuso su corazón dividido: es del Atlético, entrenaba con los madridistas, Di Stéfano entre ellos. Me permití contar que conocí hace poco al gran Gento. Y una editora muy viajada, Rita Silva, pontevedresa como Xabier Fortes, con cuyo padre estudió, me preguntó si seguía vivo alguno de mi primera época de aficionado al Barça. Don Luis Suárez, tan solo.

La realidad del gol

Después de las charlas, la realidad. Al llegar a casa mi nieto madridista, de siete años, los que tenía Lagomarsino cuando descubrió el fútbol como poesía, quiso rebobinar para ver de nuevo el gol de Casemiro. Ese arco ligero que hace la pelota para caer justo donde el brasileño se había señalado que debía caer. Un gol perfecto, poesía de las que hacen aficionados. Pues el fútbol es lucha en el medio campo y diatribas en la grada, pero lo que verdaderamente convierte una jugada feliz en un recuerdo memorable es un gol como ese, nacido de la intuición y hecho como si hubiera sido dibujado.

Vaivén del Valencia

Escuché lamentos, en el descanso del partido, sobre el porvenir del Valencia. Me vino a la memoria el desconcierto de Marcelino, abocado al desastre que hubiera supuesto su marcha con las nieves de enero. En Vigo pintaba fatal, otra vez, ese mal agüero, pero el fútbol que la semana pasada había tocado a la puerta de la desgracia, fallando un penalti, recuperó al entrenador de su zozobra. Ese 1-2 se le debe a Rodrigo como si fuera un puente sobre el que de pronto bajan las aguas menos turbulentas. El fútbol es vaivén, como la vida misma, poesía y tragedia, victorias por la mínima.

La frase

“Tenía siete años y le escuché decir a Robinson que un gol de Messi, en el 2-6 del Madrid-Barça, era poesía. Ahí me hice aficionado al fútbol”

Ernesto Lagomarsino, estudiante granadino, diecisiete años