Se ha dado por cierto que Messi estaba esforzándose tanto por su amor culé que se reducía el sueldo a la mitad. Y resulta que cobrará en París lo mismo que había pactado con Laporta.
Me gusta pensar que si un piragüista saca medalla se debe al esfuerzo de la educación deportiva pública.
Espero que el psicoanalista me aclare, pero sólo faltan 62 días para volver al Santiago Bernabéu.
La UEFA, ante la simbólica oposición que proponía el alcalde de Múnich, se declara "neutral". Recuerda a otras neutralidades parciales de la historia del fútbol.
Ni siquiera sabemos si nos podremos quitar la mascarilla para comer pipas o para silbar a Bale.
Lo más importante, Simeone ha devuelto al Atlético el orgullo por ganar y no por perder. Se irá cuando quiera.
¿Qué dice mi intuición viendo los datos? Que van a empatar. Hasta el gol de Godín en 2014 fue para empatar.
La competición no es de la UEFA y menos de los Estados. Es de los afcionados, cuya organización natural son los clubes, de los que no se salva ninguno.
Es curioso que Cala, que según Diakhaby le llamó el domingo "negro de mierda", ya hablara de "códigos" tras un choque con Aduriz.
Exfutbolista, alegre, miedo a las serpientes, simpático, pescador y tenista. Así se define Paul Gascoigne, el nuevo concursante de La Isla de los Famosos...
La consolidación de dos bestias pardas llamadas Mbappé y Haaland ha recuperado uno de esos debates cíclicos
Cuesta entender que no haya fórmulas seguras para llevar algo de público a los estadios.
El Real Madrid no espera a generaciones de jóvenes, que aquí se viene a ganar todo el rato y a todas horas.
Habría que cambiar a toda la directiva, a los ojeadores y a los jardineros antes que a Zidane.
"Jugar sin público es hacerlo dentro de un cementerio", dijo Maradona , durante la pandemia.
El francés siembra flores, hace de médico de Casemiro y de psicólogo de Vinicius.
Alfredo dio la noticia: "Chicos prepárense, dejen el 10 libre que ya está aquí".
El barrilete es como se conoce en Argentina a la cometa, el juguete que vuela en zig zag con el viento.
Esa imagen de Messi mirando impasible, casi deseando que Vinicius la clavara por la escuadra para mirar al palco, me pareció demasiado castigo para los culés.
Ver a los jóvenes talentos recorrer a toda velocidad el mismo césped donde yo solo soy capaz de deambular sí me pareció fascinante. Me encanta jugar. Esa es mi pasión.
Por encima de cambios de escudos y estadios está la afición del Atlético de Madrid, identificable como pocas en el fútbol mundial.
En esta temporada toca sufrimiento en el Real Madrid salvo sorprendente rebote hacia arriba de Hazard, Vinicius o Asensio.
No puedo evitar simpatía por el PSG, ese equipo artificial. Y más si el rival es el monstruoso Bayern.
La trascendencia inmensa de Guardiola como entrenador ha borrado para muchos el recuerdo de su figura de jugador.
No me convencen las explicaciones de France Football para anular la concesión del Balón de Oro 2020.
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