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Avalancha en Indonesia

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Por lejos que suceda la tragedia todo suena terriblemente familiar. Las vallas aplastando a la masa, un estadio convertido en ratonera, la policía pegando, los violentos a lo suyo, los jugadores escondidos en tanquetas policiales y hombres llevando cuerpos inertes de un lado a otro con cara de pánico. Los sucesos de Indonesia que han provocado la muerte de, al menos, 125 personas, decenas de ellas niños, siguen escribiendo con sangre la historia del fútbol y dificultando el debate maduro sobre el papel de los hinchas.

La UEFA ha aprobado para esta temporada un ensayo que recupera las gradas de pie en los estadios europeos. El Borussia Dortmund fue el primero en solicitarlo para llenar su famoso fondo con sus aficionados de pie en Champions. Pero hay voces que lo consideran un retroceso y un peligro después de varias décadas de prohibición de fútbol de pie. A mí me parece bien que se fomente de manera segura el protagonismo de la gente que acude al estadio. Es el fútbol de verdad. Pero me temo que tragedias como la de Java, Ghana (130 muertos en 2001), Egipto (74 en 2012)… impiden que hablemos de ello con tranquilidad. Y también influye el estigma que rodea a la animación radical en los estadios. Algunos medios publicaron en las primeras horas tras los hechos de ayer que las avalanchas mortales de Indonesia tenían que ver con enfrentamientos entre hinchadas rivales, cuando en realidad la afición visitante está prohibida en Indonesia como sucede también en Argentina.

L’Equipe publicó la pasada semana que dos aficionados del Liverpool supervivientes de la tragedia de Hillsborough (97 muertos en 1989) sufrieron un nuevo shock que les llevó al suicidio con los hechos ocurridos en la final de París en el Stade de France. Las primeras informaciones de lo sucedido en Francia se apresuraban a culpar de nuevo a los hinchas ingleses. El fútbol se ha ganado el estigma a base de sangre y avalanchas aunque tanto en Indonesia como en Hillsborough la responsabilidad de la masacre tuvo que ver más con las prácticas policiales.