La magia de ganar

Ancelotti habla de magia. La prensa a favor agita la magia. Los anti también se apuntan a la magia. A todos les interesa creer en las hadas. Pero amigos, siento decirlo, la magia en el fútbol no existe. El Real Madrid le ganó al PSG, eliminó al Chelsea y le remontó al Sevilla porque tiene muchas virtudes para ganar partidos. Y va a ganar la Liga porque es mejor que el resto de rivales. De los galácticos a esta parte los madridistas están acostumbrados a leer y escuchar que su equipo gana por su historia, por los millones o incluso por su poder. Los demás ganan porque juegan bien y lo merecen. El Madrid no, el Madrid gana por cualquier otra cosa y además es su obligación. Solo faltaba que encima no ganara.

Una vez discutí con un amigo atlético que me preguntó a bocajarro: ¿cuáles son los valores del madridismo? Respondí lo obvio: ganar, como Rafa Nadal, como Michael Jordan o como cualquier otro equipo o deportista. Su respuesta fue el antídoto que todo lo cura en el fútbol. Bah, qué poca cosa. Lo nuestro es mucho más que solo ganar. Y añadió para completar la caricatura del forofo: no lo puedes entender. Xavi cree que opina como mi amigo del Atleti. No vale con ganar, hay que jugar bien. "Así somos los catalanes", apostilla para hacer eso tan dan dañino de psicoanalizar al 100% de un país. Pero en realidad ese pensamiento es un simple paliativo al dolor que produce la derrota. Y sí, fue Johan Cruyff el que se inventó ese concepto. Pero es que Cruyff perdía muy mal. Lo cuenta el periodista Simon Kuper en su último libro sobre el Barça, que el holandés inventó las victorias morales tras perder la final del Mundial 74 contra Alemania.

Entiendo que a veces el deporte sabe a poco. No vale con constatar que un equipo funciona muy bien y gana y otro peor y pierde. Hay que añadirle algo de poesía como la victoria merecida o la representatividad patriótica. Nadie se libra del tópico efectista. En el Madrid se habla del gen competitivo y en el Atlético de la fe. Me estaré volviendo un cínico pero qué queréis Rubi, Geri, ¡así es el negocio!