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Lo confieso, yo negué a Modric. Fue un momento de debilidad hace un par de temporadas. El croata venía de exprimirse en el Mundial y no sé cuántos amistosos más con Croacia y dejé por escrito una especie de despedida. Algo así como que ya no le iba el motor y que el Madrid lo iba a sufrir. Cien partidos después el 10 sigue dándome con el periódico en la boca a base de cambios de ritmo, fintas y kilómetros. Solo el maldito COVID ha podido sacarle de la alineación. Su actuación contra el Atlético de Madrid fue conmovedora. Creo que hubo un instante en el que Ancelotti se planteó cambiarlo en la segunda parte y en la siguiente jugada robó un balón y desbordó a un defensa 10 años menor que él para quitarle la idea de la cabeza al italiano. El Bernabéu aplaudió a rabiar.

Modric es el favorito de la grada por mucho que algunos digan que es Militao, caricaturizando al socio madridista como un sargento chusquero que solo sabe pedir flexiones a los suyos. Hay algo seductor en el conservadurismo de Ancelotti. Siempre juegan los mismos, no utiliza todos los cambios, no hace una sustitución antes del minuto 75 jamás. Y cuando lo hace muchas veces es para sacar a Nacho en un remember del mítico cambio de Fabio Capello, Suker por Lasa. Es desesperante. Pero le queremos. Es nuestro reservón. Verle sufrir a base de chicles me representa. Una vez probó a Asensio en el centro del campo y metió un triplete. ¡Qué locura! "¿Quién me manda innovar?", debió de pensar.

Modric saluda a David Alaba tras el final del partido entre Real Madrid y Atlético.
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Modric saluda a David Alaba tras el final del partido entre Real Madrid y Atlético.JAVIER SORIANOAFP

Algunos agoreros, esos fundamentalistas del buen juego, anuncian desde hace varias jornadas que el Madrid no tiene Plan B, que vive de la efectividad de sus estrellas. Les reconoceréis fácil, su palabra favorita es pegada. Llevan décadas manoseando ese concepto desde la Liga que ganó Del Bosque con Casillas y Ronaldo. Hoy a Carletto no le queda otra que romper por obligación la santísima trinidad del centro del campo y poner caras nuevas. Optará por lo más defensivo. La alineación será cemento armado. Y comprará otro paquete de chicles.