TOMÁS RONCERO

Cuatro veces gracias

Antonio Díaz-Miguel, Juan Antonio Corbalán, Fernando Martín y Juan Antonio San Epifanio. Cuatro leyendas a las que agradecerles todo.

Gracias a Antonio Díaz-Miguel, mi entrañable paisano (Alcázar de San Juan está a solo 13 kilómetros de Herencia) que supo ganarse el respeto de la NBA con sus logros con la Selección, hasta el punto de aguantarle los dos primeros cuartos al equipo galáctico de Estados Unidos en la final olímpica de Los Angeles-84. Sus gafas talla XXL y la plata olímpica fueron su gran legado. Gracias a Juan Antonio Corbalán por ser un catedrático sobre las canchas, un base cerebral que hizo del baloncesto un deporte de vocación universitaria. En el Madrid y con España oficializó un oficio llamado "base magistral".

Fernando Martín fue el pionero del baloncesto español en el Imperio USA. El primero de los nuestros que se atrevió a cruzar el charco para pegarse con las torres estadounidenses, que en esa época consideraban a los europeos unos becarios con más voluntad que talento. En Portland no tuvo el apoyo ni la confianza que merecía, pero vio cumplido el sueño de ser el que rompió una barrera histórica por la que luego han entrado los hermanos Gasol y tantos otros. Fernando, siempre estarás en nuestra memoria y en nuestros corazones.

Y gracias a Juan Antonio San Epifanio, 'Epi'. Durante dos décadas nos enseñó cómo se lanza a canasta con una precisión científica. Cuando se levantaba y apuntaba al aro solo te queda rezar. Partícipe del boom de nuestro baloncesto en los maravillosos años 80. Gracias a los cuatro. Sois Leyenda.