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La Selección ofreció su cara vulnerable

El domingo en el que Nadal empató a catorce con el Real Madrid, que ya es empatar, lo cerró la Selección con un empate menos festejable, en Praga. Un mal menor, pues muy cerca del final perdíamos, lo que nos ponía muy complicado, pues a esas alturas Chequia tenía seis puntos, Portugal cuatro y nosotros sólo uno. El empate, en cabezazo meritorio de Iñigo Martínez a perfecta rosca de Asensio (con intriga de VAR), deja la cosa en 4, 4 y 2, con 0 para Suiza, lo que ya no está tan grave. España llevó el peso del partido pero mostró su lado vulnerable: sin otra cosa que tres pases largos, los checos nos hicieron dos goles y nos pegaron un gran susto.

Cierto que era en bastante medida el equipo reserva, pues de los de Portugal sólo repetían Unai Simón, Gavi y Sarabia. Cierto también que los checos nos esperaron todo el primer tiempo con un 5-4-1 durísimo de penetrar. Pero la consigna de adelantar la defensa esté o no cubierto el pasador produjo ayer muy malas consecuencias. En la primera jugada Carvajal dudó, rompió el fuera de juego y fue gol; en la segunda, el pase superó a los dos centrales y Kuchta la echó fuera por muy poco cara a cara con Unai; en la tercera, Eric falló el intento de cortar el pase, Kuchta se fue solo y esta vez marcó con una cuchara perfecta sobre Unai Simón.

Por el otro lado España hizo un esfuerzo atacante continuo que rentó dos goles y un tiro al palo. Destaquemos el empate de Gavi, con un control y tiro finísimos en el área, gol quizá favorecido porque en ese momento los checos eran diez, lo que quizá permitió un resquicio que antes no había. Gavi está para todo: para correr, para forcejear, para meter pases profundos, para el gol y hasta para sacar los córners desde los dos lados. Él y Busquets, que entró sobre la marcha porque Rodri no terminaba de coger los hilos, están en cabeza de la media docena de imprescindibles de este equipo, que tiene disciplina y solidaridad, pero que con frecuencia regala atrás.