Una final igualada de protagonismo repartido

Dos tendencias opuestas. Inglaterra dejó algunas dudas en la fase de grupos, en la que sólo anotó dos goles y se quedó en blanco ante Escocia. En cambio, mejoró a medida que avanzaban las rondas eliminatorias, alcanzando su actuación más convincente en la semifinal frente a Dinamarca (penalti al margen). Italia, en cambio, siguió el camino contrario. Impresionó en la liguilla inicial (ganó los dos primeros encuentros por 3-0) y, aunque le dio continuidad a su buen tono en cuartos contra Bélgica, firmó ante España el choque en el que menos se asemejó a su versión dominante de todo el torneo. Es por ello que resulta complicado determinar quién llega mejor a la final de Wembley.

Quieren el balón pero no regalan nada. Tanto Inglaterra como Italia han mostrado en esta Eurocopa un estilo que las aleja de sus escuelas tradicionales. Los de Southgate han dejado atrás el juego directo prototípico de las islas británicas y los de Mancini han practicado un fútbol alegre y atrevido, opuesto a su conservadurismo histórico. Su posesión de balón es mucho más elevada que la que tenían décadas atrás. Sin embargo, Inglaterra arriesga poco con ella, y a menudo usa las cadenas de pases para defender. Italia, que si se pone a tocar con Jorginho, Verratti y Barella es capaz de marear a los adversarios, puede recuperar si es necesario su versión pragmática y defender cerca de su portero, como ocurrió contra España cuando entendió que la presión adelantada la estaba exponiendo demasiado. Por todo ello, hay que esperar una final con dominio alterno y con el protagonismo repartido.

Sterling e Insigne, los elementos desequilibrantes. Dos jugadores menudos pueden tener la llave para romper la defensa del oponente. Raheem Sterling, con su tendencia a la agitación, ha abierto la lata para Inglaterra en varias ocasiones en el torneo. Si actúa por la derecha le puede hacer mucho daño a Emerson Palmieri. En Italia, la calidad de Lorenzo Insigne para recibir entre líneas y filtrar pases definitivos será una amenaza para los centrales de Southgate, que pueden sufrir a su espalda.

Sterling, en un partido con Inglaterra en esta Eurocopa.CARL RECINEPool via REUTERS

El crecimiento de Kane. El papel que jugó el delantero del Tottenham en la victoria ante Dinamarca confirmó su recuperación. Después de que a Inglaterra le costara encontrarlo en los primeros encuentros, su importancia en el juego ofensivo ha sido capital en los cruces. Es probable que baje a recibir al centro del campo ante Italia, intentando sacar de zona a Chiellini o a Bonucci de una manera parecida al comportamiento de Dani Olmo en la semifinal.

Pickford, una incógnita razonable. El portero inglés sólo ha encajado un gol en toda la competición: el de Damsgaard de falta directa. Sin embargo, esa estadística se ha debido más al buen comportamiento grupal de la estructura defensiva de Southgate, con Declan Rice y Kalvin Phillips protegiendo a la zaga con un enorme trabajo en la medular. Cuando ha tenido que intervenir, el meta del Everton ha ofrecido alguna duda, especialmente en lo que hace referencia a los blocajes. Es una de las individualidades sobre las que pesa la sombra de la sospecha. Y si la final tuviera que ganarla un portero, Donnarumma sería el favorito en las apuestas.

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