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Llegó la hora de hablar en el campo

Valladolid

En las últimas dos semanas se ha hablado mucho en Valladolid, yo diría que demasiado, en torno a la grave crisis de resultados que afecta al equipo. Han hablado varios jugadores, representantes de la directiva, Sergio, rueda de prensa de Vitoria incluida. Hemos hablado los periodistas y también se han dejado escuchar muchos aficionados, fundamentalmente a través de la redes sociales. En definitiva, demasiadas palabras para una situación en la que se necesitan hechos, realidades, plasmar en el terreno de juego tanta reflexión. Por eso me quedo con la frase de Weissman, que además de pedir disculpas a los aficionados lo dijo claro: ”Es momento de hablar menos y de hacer las cosas bien en el campo de juego”.

Reconozco que después de la rueda de prensa de ayer de Sergio se me vino a la cabeza la frase del israelí. Ayer Sergio habló mucho y me quedé con tres cosas como resumen de sus extensas manifestaciones. La primera, que siente el respaldo de su plantilla. También lo sentía hace una semana; nada ha cambiado. Segunda: no piensa dimitir. Lógico. Si el Real Valladolid no cuenta con él, debe decírselo y tratar de llegar a un acuerdo económico, y si no se logra ese acuerdo, pagar lo que corresponda. Pedirle a Sergio que dimita es pedirle que renuncie a trabajar y no parece que se dé el caso de que el catalán se encuentre sin fuerzas para continuar. Y la tercera: Sergio contó dos versiones diferentes para explicar la rueda de prensa de Vitoria. Por un lado, dijo que se equivocó al decir lo que dijo y que se dejó llevar por lo visto en el partido, y por otro, que lo hizo para desviar la atención hacia él. O lo uno o lo otro. Yo creo que es lo primero. Salió en caliente y cargó contra sus futbolistas dolido por su escasa actitud y rendimiento. La atención ya estaba antes centrada en él.

Después de tanta explicación, todo se resume en lo que pase a partir del partido de Eibar y en todos los posteriores que tienen que disputarse. Parto de la base de que lo mejor para todos y lo que todo el mundo quiere es que Sergio logre dar la vuelta a la situación. No se trata de un tema de simpatía o antipatía hacia el técnico. Sergio es un tipo de trato agradable que se ha ganado el cariño de todos. Su trabajo ha logrado que el barco siempre llegue a puerto. Pero el fútbol no puede tener memoria, porque los resultados del pasado no mantendrán este año al Valladolid en Primera. Se vive del rendimiento presente y hasta ahora este rendimiento no está siendo el esperado. Es cuestión de hablar en el campo, desde mañana en Ipurúa.

Será un duelo enorme también de banquillos, Mendilibar frente a Sergio. Dos entrenadores que al Valladolid le han dado mucho. Mendilibar firmó una temporada histórica en Segunda y luego mantuvo al equipo en Primera dos años seguidos de forma agónica en la última jornada. El último año fue el de no poder con un vestuario que acabó por mandar al club a Segunda. Sergio obtuvo un ascenso meteórico, dos permanencias, la segunda bastante tranquila en su consecución, y un tercer año en el que está con el agua al cuello pero con un vestuario mucho mejor que el que tuvo el vasco en Zorrilla. Esa puede ser su gran baza, pero siempre y cuando le traspase el filo de la guillotina a su colega de Zaldibar mañana.