Hora de acabar con las pequeñas excusas en el Betis

La excusa se convierte siempre en ley por Heliópolis. En la diana andan puestos estos días Joel Robles y Manuel Pellegrini. Al portero madrileño, salvador ante la Real Sociedad en octavos de Copa y luego contra Osasuna en LaLiga, le achacan no haber detenido ningún lanzamiento durante la tanda del jueves contra el Athletic. Tampoco los para casi nunca, fíjense, Jan Oblak. Al técnico chileno le critican el cambio de Fekir, minutos antes de que Raúl García forzara la prórroga. ¿Cuántos entrenadores se hubieran tirado al ataque en vez de intentar mantener un resultado así, rozando ya las semifinales?

Ciencia universal (la que más, posiblemente) y por ello de muy difusa, el fútbol es capaz de admitir como argumento una cosa y al mismo tiempo la contraria. He aquí la prueba: llega al Benito Villamarín todo un Barcelona, henchido de moral además tras la tremenda remontada ante el Granada, y los hay que piensan que no puede venir peor rival después del palo copero. Pero otros defienden lo contrario: si se pierde hoy quedarán las coartadas del cansancio (ni 72 horas habrán pasado desde los penaltis con el Athletic) y de la gran dificultad que presenta el enemigo. Todo que ganar, por tanto. Y quizá ahí resida precisamente el problema: en tratar de tapar la incompetencia estructural con pequeñas y diversas justificaciones.

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