El Inter nos llevaba en volandas

Aunque hayan pasado más de 30 años, recuerdo esas noches humeantes y mágicas del Bernabéu como si hubiesen acontecido en el Siglo XXI. En aquellos felices 80 el Madrid se ganó un prestigio increíble en Europa a pesar de que muchas de esas veladas interminables se ubicaron en la extinta Copa de la UEFA. Los 'modernos' dirían con desprecio que eso era como jugar ahora la Europa League. Pero no tenía nada que ver. Ahí jugaban el segundo, tercero y cuarto de las grandes ligas europeas. O sea, como las Champions de ahora. Por eso, esas dos semis con el Inter las tengo grabadas a fuego. Dos remontadas memorables ante los nerazzurri.

En ambas, el Bernabéu se quedó pequeño. 90.000 fieles abarrotando El Gallinero (Tercer y Cuarto Anfiteatro que da a la calle Padre Damián) y la zona de pie situada junto al césped (excepto el lateral sentado de La Castellana). El 2-0 y el 3-1 de la ida en San Siro no eran un problema, eran un acicate. Tener que remontar provocaba una excitación colectiva basada en aniquilar moralmente al enemigo, que casi se sentía culpable antes de que empezase a rodar la pelota.

Santillana tuvo mucho que ver en esas dos remontadas (cuatro goles entres los dos partidos del cántabro), pero la clave era la comunión entre un Bernabéu enloquecido y un equipo fabricado para hacer rutina de lo imposible. ¡Qué buenos viejos tiempos!

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