El reto más difícil de Eddie Howe

Uno de los asuntos futbolísticos que más hieren el orgullo nacional inglés es la incapacidad del país para producir entrenadores ganadores en las últimas décadas. Ningún técnico británico levanta la Premier League desde Sir Alex Ferguson en 2013. Pero es que Sir Alex, además, es escocés. Como lo es Kenny Dalglish, su antecesor en el palmarés con el título con el Blackburn Rovers en 1995. Inglés, puramente inglés, no lo ha sido ningún campeón desde Howard Wilkinson en 1992 con el Leeds United. Es decir, en la temporada previa a la creación de la Premier con su denominación actual. En la nueva era, a los mejores equipos los ha guiado desde el banquillo siempre un estratega foráneo.

¿Por qué sucede esto? Los analistas más nacionalistas encuentran siempre una excusa. La más manida se podría resumir con la siguiente frase: "no se les da oportunidades a los muy buenos técnicos ingleses que abundan en las divisiones menores". Estos cronistas, habitualmente, son especialmente duros con los técnicos extranjeros que llegan a la Premier siendo absolutos desconocidos para el público que no consume fútbol internacional y aprovechan cada fracaso para reivindicar el producto patrio. Desde hace algunos años, esta lamentación viene acompañada de una pregunta: "¿Cuándo le darán un banquillo grande a Eddie Howe?".

Eddie Howe en Old Trafford.PoolGetty Images

Howe se convirtió en la gran esperanza local al ascender al Bournemouth, el club en el que había jugado durante once temporadas, desde la League Two (equivalente a la Tercera División) hasta la Premier League con un fútbol atractivo y valiente. Cuatro permanencias consecutivas (con una novena posición incluida) aumentaron su reputación de manera absolutamente justificada: siempre con presupuestos bajos, sin grandes figuras y apostando por la juventud y el mantenimiento del bloque, el Bournemouth ha sido en el último lustro una de las sensaciones del campeonato con muy pocos recursos. A Howe se le ha relacionado con banquillos superiores, pero esos contactos jamás llegaron a fructificar. Y sigue en Bournemouth, viviendo ahora su momento más difícil: a cinco jornadas del final, es penúltimo y el riesgo de descenso es elevado.

La racha actual es terrorífica: un punto de los últimos 24 posibles (un empate y siete derrotes) y dos goleadas encajadas de forma consecutiva (1-4 en casa ante el Newcastle y 5-2 ante el Manchester United). Que Howe siga sentado en el banquillo del Bournemouth e incluso ni se le discuta habla del crédito que se ha ganado, merecidamente, durante los últimos años. Y de la plena consciencia de los dirigentes del club sobre el porcentaje de responsabilidad que el actual entrenador ha tenido en la transformación de la entidad.

El Bournemouth recibe hoy (19:00) al Tottenham de Mourinho en la primera de las cinco finales que debe afrontar con el objetivo de mejorar notablemente sus resultados para permanecer en la élite. El calendario que tiene por delante es temible: después llegarán el Leicester, el Manchester City, el Southampton y el Everton. Si el descenso se acaba consumando, el futuro de Howe será uno de los asuntos del verano: las buenas ofertas deberían llegar incluso si esta temporada el cuento acaba mal.

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