El positivo de Djokovic sirve de lección
El positivo de Novak Djokovic por coronavirus después de dos negligentes semanas por los Balcanes tiene que servir para una reflexión colectiva. No vale de nada liarnos ahora a mamporros contra el tenista en las redes sociales y en las tertulias, si luego salimos a la calle sin mascarilla, montamos fiestas sin medidas de seguridad o no mantenemos la distancia y la higiene aconsejables en nuestra vida cotidiana. Unos comportamientos, por cierto, que se están viendo mucho últimamente, sobre todo de aquellos que se sienten inmunes por la edad. Este mismo martes, la vicepresidenta española, Carmen Calvo, avisó de que se podría volver a decretar el estado de alarma si hay un aumento de rebrotes. Varias comarcas de Huesca ya han retrocedido a la fase 2. La pandemia no ha terminado.
Ni España ni el resto del mundo están liberados de la COVID-19. Hay países que ahora sufren lo que acá se sufrió en marzo y abril. Y hay otros países, como Serbia, que no son invulnerables por el hecho de que el impacto inicial haya sido menor. Ese fue uno de los argumentos esgrimidos por Djokovic para organizar un festivo Adria Tour, que ha inundado de positivos el tenis: Dimitrov, Troicki, Coric, dos técnicos, las mujeres de Troicki y Djokovic… Estos son sólo los casos confirmados oficialmente, pero también hubo interacción con el público, juergas en discotecas… Además de otros actos paralelos, como ese homenaje de baloncesto donde participaron Jankovic y Jokic, también positivos. En los últimos días se han conocido casos de futbolistas del Estrella Roja, de waterpolistas internacionales... El deporte serbio se ha metido en un buen lío. Igual que Nole, cuya presidencia del Consejo de Tenistas de la ATP sale muy cuestionada. El caso de Djokovic, más allá de sus disculpas, tiene que servir de lección y de reflexión. La pandemia sigue aquí. Y mata a personas.