El rey Hamilton y sus delfines

El Mundial de Fórmula 1 bajó el telón en Abu Dabi, metido ya en diciembre, con un nuevo éxito de Lewis Hamilton. Sus números de la temporada han sido rotundos: 11 de 21 carreras ganadas, 17 podios, y todas terminadas en los puntos, con un noveno puesto como peor resultado. Ha sido la conjugación perfecta entre el mejor piloto y el mejor coche.

El dominio de Mercedes se ha extendido a la segunda plaza de Valtteri Bottas, el complemento ideal: da pocos problemas al líder y ha conquistado los cuatro triunfos que tenía que conquistar. Entre ambos sólo han dejado tres victorias para Max Verstappen, dos para Charles Leclerc y una para Sebastian Vettel. La marca alemana brilla en la cúpula de la F1, luego aparecen Red Bull y Ferrari, y después el resto del planeta motor. Otro Mundial dentro del Mundial. En esa dimensión saca pecho un español, Carlos Sainz, que ha terminado sexto y primero de los humanos en el Campeonato, gracias a su regularidad, a su progresión, a su perseverancia… y a un adelantamiento in extremis a Nico Hulkenberg en el último gran premio.

El rey Hamilton, sonrisa en ristre, destacó tras la carrera a “los jovencísimos” que habían quedado por detrás en el Circuito Yas Marina. Se refería, por supuesto, a Verstappen y Leclerc, ambos de 22 años; pero también a Alexander Albon (23), a Lando Norris (20) y, claro que sí, a Sainz (25), que ha aupado al McLaren a un podio cinco temporadas después, lo que no pudo hacer ni el mismísimo Fernando Alonso. El británico señala al futuro, a aquellos pilotos que opositan para la sucesión, a sus delfines para el trono. El holandés y el monegasco, con mejores coches, ya han dado un paso al frente. Quizá el próximo curso sea pronto para el sorpasso, pero en 2021 asoma una nueva normativa que, presumiblemente, igualará las fuerzas. Falta hace. Para entonces, Carlos estará listo.