El truco del sombrero

La eficacia goleadora de dos monstruos como Messi y Cristiano ha hecho que la expresión “hat-trick” circule a cada rato por periódicos, emisoras y televisiones.

Literalmente, “hat-trick” significa “truco de sombrero”; o “truco de magia”, en referencia al conejo que sale de la chistera de un ilusionista. Y en efecto, marcar tres goles en un encuentro parece algo irreal, una especie de espejismo o ilusión óptica. Algo para quitarse el sombrero.

Originariamente sólo se consideraba que un futbolista había logrado un hat-trick cuando marcaba los tres goles de manera consecutiva en uno de los dos tiempos de un partido (es decir, sin intercalarse otro de un compañero).

En el ámbito hispanohablante del fútbol no se suele traducir ese anglicismo, nacido en realidad en el mundo del críquet (deporte semejante al béisbol creado en Inglaterra en el siglo XVII con el nombre de cricket).

Según publicó el profesor Antoni Nomdedeu Rull en las ciberpáginas del Instituto Cervantes, el término “hat-trick” pasó de la prestidigitación al críquet porque el lanzador Heathfield Harman Stephenson consiguió algo excepcional. En un partido disputado en el Hyde Park Cricket Grounds de Sheffield en 1858, logró eliminar a tres bateadores contrarios por medio del derribo, tres veces seguidas, de uno de los dos travesaños situados detrás del bateador del equipo rival. Con el tiempo, el vocablo compuesto se aplicó en ese deporte a la consecución de tres anotaciones seguidas por un mismo jugador. Y del críquet se trasladaría al fútbol.

El profesor Nomdedeu documenta en 1957 la primera aparición en un texto en español: en el semanario “Hoja del Lunes” (se supone que se refiere a la publicada en Madrid). Los medios españoles suelen decir y escribir “hat-trick” (a veces “hat trick” o “hattrick”), tal cual, pero sólo los aficionados muy pendientes del fútbol saben qué designa ese término compuesto.

La expresión ya se ha establecido entre nosotros, pero se puede alternar con otras opciones en español que impidan el desconcierto de quienes no están al tanto de los detalles del léxico deportivo.

Nuestro idioma dispone de la alternativa “triplete”, para la consecución de esos tres tantos (en América se usa más “tripleta”), siempre que el contexto aclare que no se trata de tres trofeos sino de tres tantos. Además, se puede llamar “trigoleador” al futbolista que los ha logrado.

Y, por supuesto, nada impide hablar del truco del sombrero o del conejo en la chistera; ni de cómo algunos jugadores geniales convierten las ilusiones ópticas en pura realidad.