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Push, push

Los comentaristas de la Fórmula 1 en televisión llevan años mostrando mucha desidia en el uso del español. Incapaces de traducir términos como “boxes” (talleres), “grip” (agarre, adherencia), “pit lane” (calle técnica) y tantos otros, llenan sus narraciones de anglicismos que presuponen la falta de equivalentes en nuestra lengua.

Esta especialidad del motor aún tiene pendiente acometer el proceso que ya vivieron el fútbol o el tenis, cuyos narradores fueron traduciendo poco a poco la mayor parte del léxico anglosajón con que ambos deportes llegaron a nosotros.

Sin embargo, aún no se ha distinguido nadie en el mundo del motor como lo hicieron en su día Joaquim Maria Puyal en catalán y, antes, Matías Prats en castellano, al adaptar a esas dos lenguas el léxico del fútbol.

Para mayor desastre, cuando en el mundo de las carreras se traducen algunos términos resulta que la equivalencia ofrecida no parece la más adecuada. Así sucede con uno de los anglicismos que se oyen a menudo en las transmisiones de fórmula 1: “push, push”, esa orden que emiten los ingenieros por vía interna a sus pilotos. Los comentaristas españoles suelen traducir: “Empuja, empuja”.

Pero no parece que los ingenieros estén invitando a que el piloto se baje del bólido y lo desplace con sus manos, porque vemos en la pantalla que sigue circulando por sí solo a toda velocidad. ¿Por qué hablan entonces de “empujar”?

“To push” equivale en inglés a distintos verbos en español, dependiendo del contexto. Uno de ellos, en efecto, es “empujar” (“to push a car into de garage” significa “empujar el coche en el garaje”). Pero hay otros. Así, “push with foot” se podría traducir literalmente como “presionar con el pie”, acción que equivale en español a “pisar”. Y ésa es la idea que en realidad están manejando los ingenieros cuando ordenan al piloto “push, push!”: “¡pisa, pisa!” (el acelerador, claro; nada que ver con la famosa orden de Bilardo que se debía aplicar a un contrario lesionado: “pisalo, pisalo”).

En definitiva, “push, push” se podría traducir como “aprieta, aprieta”, o “acelera, acelera”.

Porque “empujar” significa en español “hacer fuerza contra alguien o algo para moverlo, sostenerlo o rechazarlo”. Y en nuestra lengua no se nos ocurriría decir “Fulano empuja mucho el acelerador”.

Por eso cuando oímos que “las ruedas aguantan porque Vettel no está empujando”, podemos comprender que la precisión del idioma español construida lentamente durante tantos siglos ha saltado por los aires... de manera acelerada.