Lorenzo hace valer su talento

Mejor que las palabras, los hechos. Así que Lorenzo ha validado sus palabras previas al GP de Italia con una contundencia inapelable. Cierto, no es un gran piloto... porque es un gran campeón. Y ha ganado en Mugello como tal, en casa de sus jefes de Ducati y dejando muy claro que si en este Mundial de MotoGP no hubiera sitio para él no debería haberlo para casi nadie. Una cosa es que no se haya entendido con ese misil rojo y otra que se le haya olvidado ir deprisa como él que más. No es el primero que fracasa con la Desmosedici, ya sabemos lo que pasó con Rossi, y desde luego que hay que evitar dramatizar con la cuestión. Ir tan al límite como lo hacen estos fuera de serie no admite la más mínima fisura en el binomio complejo de hombre-máquina.

Pese a ese desencuentro del mallorquín con la moto italiana, en Mugello ha tirado de pundonor y coraje para responder con un zasca en toda regla a sus jefes, que creo no se han comportado con la elegancia que requería tan delicada situación. La ruptura entre las partes estaba clara y era inevitable, sólo que hay formas y formas de gestionarla. Lorenzo llegó a Borgo Panigale avalado por su palmarés, por eso le ficharon pagando una cantidad acorde con su potencial. El proyecto no ha cuajado, nadie lo discute, y el español hace bien buscando nuevos desafíos, además con una actitud más coherente que la de su marca. Volverá a Yamaha, aunque antes se ha dado el homenaje de clavar su bandera en un territorio que se ha revelado poco amistoso.

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