Romojaro

Sainz rubrica su talento

Es sólo el primer peldaño de una larga escalera. Pero Carlos Sainz ha empezado su ascensión con paso firme, con solvencia y refrendando que su sitio está en la Fórmula 1. No hay que precipitarse, sin duda, pero mejor comenzar como él lo ha hecho que con errores, titubeos o decepciones. Ocurra lo que ocurra en la carrera, el momento de la verdad, de su primer gran premio la impronta de un chico con talento ya ha quedado ahí. Sabemos desde hace tiempo que el madrileño parece encontrarse más cómodo, más confiado, cuanto más potente es el monoplaza que pilota, así que ha llegado al lugar exacto para sacar a relucir su capacidad. Y en Melbourne ha arrancado con nota alta y deslumbrando a quienes no le conocían… tanto como a los que sí.

No caeré en el recurso simple y erroneo de sacar conclusiones tras una mera sesión de calificación. Lo que sí me parece oportuno es valorar en su justa medida los indicios que hemos apreciado en este debut entre los grandes. Si una carrera de F-1 es compleja, no lo es menos jugárselo todo a la carta de una vuelta de calificación, donde los errores son casi imposibles de enmendar (que le pregunten a Verstappen, que también lo estaba haciendo bien hasta que falló); gestionar esa presión es tarea ardua para un debutante y Sainz la ha completado con maestría. Ha mantenido la cabeza fría, pilotando y en sus declaraciones, una actitud que sin duda le ayudará en la infinita evolución que tiene por delante. Por ahora, nada que objetar a su actuación.

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