La tendencia antropófaga de Luis Suárez

Buen jugador Luis Suárez, desde luego que me gusta, pero esa extraña cuanto siniestra tendencia antropófaga que le arrebata pasa de castaño oscuro. Pasó una vez, con el Ajax. Pasó otra, con el Liverpool. Ha pasado una tercera, con Uruguay, en la Copa del Mundo, nada menos. Cada vez para estupefacción y escándalo de más personas. ¿A qué viene esto? Supongo que pertenece al mundo de la siquiatría. Aprendí hace muchos años de mi padre que hay que odiar el delito y compadecer al delincuente. Bien, compadezcamos a Luis Suárez, deseemos su rehabilitación. Pero, caray. Cuesta.

El rostro de Chiellini, más espantado que dolorido, clama al Cielo. El futbolista es tipo recio, dispuesto a darlas y a tomarlas. Soporta y da codazos en la nariz, patadas en la rodilla, entradas por detrás, zancadillas alevosas cuando corre a toda velocidad... Soporta dolor, moratones, a veces sangre, dislocaciones o hasta fracturas. Todo eso se entiende tributo natural al fútbol, un deporte que se juega en el límite entre lo artístico y lo brutal. Para lo que nadie está preparado es para que otro venga y le muerda, porque sí. Pues eso hizo ayer Luis Suárez y es la tercera vez que lo hace. He aquí un multirreincidente.

Como norma general, no soy partidario de que se rearbitre nada. Creo que el fútbol debe estar basado en que sólo existe lo que ve y sanciona el árbitro. Así es, si así os parece. Pero si para este caso se acude al vídeo y se sanciona a Luis Suárez (como pasó en la Eurocopa de 2004 con el escupitajo de Totti a Poulsen) no conseguiré que me parezca mal. Fue demasiado repugnante y absurdo, fue la tercera vez, fue la negación del deporte, fue una imagen dañina para el fútbol, que necesitará compensarse de ella. Y ya que el Madrid y el Barça piensan en este delantero, les animo a que se fijen en cualquier otro.

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