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Juan Carlos Rivero

La sonrisa de Fabio ya no es vital

Corrían malos tiempos para la Juventus cuando Cannavaro abandonó Turín rumbo a Madrid. Apenas cinco días después del fichaje de Capello el otro Fabio llegaba al Bernabéu junto al incomparable Emerson. Era el verano de 2006 y el Madrid afrontaba una reconversión total para hacer equipo sobre las cenizas galácticas. El central italiano ha sido clave en este proceso. Excelente profesional, curtido en mil batallas y avalado por un gran oficio. Se ha ganado el respeto de sus compañeros, sobre todo los más importantes, que no han dudado en contar con él en los gabinetes de crisis. Cuando el club ha buscado interlocutores en el vestuario siempre ha estado él, elegido por los propios capitanes.

Sin embargo, parece claro que sus mejores días ya pasaron. Puede que la actual dirección deportiva se sienta en deuda con él por el impagable trabajo realizado en la gran reforma, por su ascendencia y buen ejemplo hacia el grupo. Pero deportivamente tal vez ha llegado la hora del relevo. Él quiere seguir, pero el Madrid ya no le necesita tanto. Estamos ante una despedida digna o una renovación agradecida. Cannavaro decide.