Prince of Persia: The Lost Crown

  • PlataformaPC9.5NSWPS4XBOPS59.5XBS
  • GéneroPlataformas, Acción
  • DesarrolladorUbisoft Montpellier
  • Lanzamiento18/01/2024
  • TextoEspañol
  • EditorUbisoft

Review

Análisis de Prince of Persia: The Lost Crown, el mejor juego de Ubisoft en más de una década

La saga vuelve por todo lo alto con un metroidvania de ensueño y uno de los mejores juegos del año.

Hemos repasado la lista una y otra vez. Aquí os la dejamos por si queréis hacer el mismo ejercicio: todos los juegos lanzados por Ubisoft desde 2014. No será porque falten grandes nombres. Tenemos la nueva trilogía de Assassin’s Creed (Origins, Odyssey, Valhalla), diferentes entregas de Far Cry o sagas como The Division. También encontramos sorpresas tan gratas como Immortals Fenyx Rising o los dos Mario + Rabbids. Mucho y muy bueno. Sin embargo, hemos de remontarnos a 2013 para encontrar algo del calibre de Prince of Persia: The Lost Crown. Hemos de irnos hasta uno de los últimos dieces de MeriStation, hasta aquel portentoso Rayman Legends que llevaba la firma de Ubisoft Montpellier. No es casualidad. Detrás del retorno del Príncipe se encuentra el mismo estudio, cuyo talento venía malográndose estos años en ports y juegos para móviles. Desperdiciado, pero intacto. Aprovechando su vuelta a consolas y PC, la desarrolladora se ha marcado otra obra mayúscula que aún siendo uno de los primeros lanzamientos de 2024, no tenemos ninguna duda de que estará en boca de todos dentro de doce meses cuando salgan los candidatos al GOTY. No imaginábamos un regreso tan esplendoroso ni en nuestros mejores sueños.

Uno de los mejores metroidvanias que hemos jugado

Los halagos a Prince of Persia: The Lost Crown van mucho más allá del catálogo de Ubisoft. Se trata de uno de los mejores metroidvania que hemos jugado. Todos y cada uno de sus apartados rayan al más alto nivel. Nuestras únicas discrepancias son en lo visual. En el resto de ámbitos se trata de un producto incontestable. Tiene la mejor movilidad del género desde Hollow Knight, secciones de plataformas propias de Celeste, un parry que recuerda al de Sekiro y unos jefes finales dignos de cualquier souls. Pero esperad, que hay más.

Sus puzles y rompecabezas rinden homenaje a los que viéramos en Las Arenas del Tiempo, El Alma del Guerrero y Las Dos Coronas. Los nuevos poderes del Príncipe demuestran que dicha trilogía se quedó sin ideas, pero que Ubisoft Montpellier ha rellenado el tintero. Incluso tenemos secciones con enemigos inmortales que nos persiguen infatigablemente si nos localizan, recordando a Metroid Dread y a las míticas persecuciones del Dahaka en Warrior Within.

Si es que hasta la exploración y el backtracking han incorporado una mecánica que todos copiarán en el futuro (los fragmentos de memoria, de los que hablaremos más adelante). Y eso por no hablar del tamaño y diseño de su mapa. Descomunal, repleto de secretos y zonas capaces de sorprender a nivel visual y jugable. No es sólo que no tenga flaquezas, es que en la mayoría de aspectos no baja del sobresaliente.

¿Cuánto dura Prince of Persia: The Lost Crown?

A nosotros nos ha llevado 20 horas terminar el juego con cerca de un 70% completado. Cuenta con misiones secundarias y coleccionables para aburrir, por lo que intuimos que buscar su platino disparará la duración hasta las 30. Una longevidad encomiable que no pesa en ningún momento. Al contrario, Prince of Persia: The Lost Crown no deja de sorprender y su ritmo y curva de dificultad se antojan sencillamente perfectos. Es desafiante, es variado, es rápido y adictivo.

Llega un momento en el que, al pensar en una hipotética secuela (ojalá), te das cuenta de que lo difícil no será mejorar aquello que chirría en el presente (repetimos: los gráficos), sino que lo complicado será mantener semejante nivel en el resto de piezas del engranaje. Igualarlo ya sería un logro. Es en ese preciso instante en el que comprendes que Prince of Persia: The Lost Crown es mucho más que una sorpresa. Es una de las cimas del género, un juego que se citará como referente de ahora en adelante.

Plataformas de ensueño

Al ser juegos de desplazamiento lateral en los que vamos corriendo de un lado a otro en busca de enemigos, secretos y nuevos caminos, el movimiento en los metroidvania se antoja fundamental. Es el pilar maestro que sostiene toda la jugabilidad y a menudo es también el mayor problema y quebradero de cabeza de muchos exponentes del género. Hay títulos en los que tienes que ir dando brincos y deslizándote constantemente para aligerar el paso y alcanzar la velocidad que quieres, y a veces ni por esas ya que las transiciones entre dichas animaciones fallan o suponen una ligera demora. Fue algo con lo que por ejemplo Blasphemous tuvo que aprender a lidiar y uno de los grandes descubrimientos de su secuela.

En el caso de Prince of Persia: The Lost Crown no tenéis que temer al respecto, está en otra liga. No es sólo que la velocidad del personaje sea perfecta, sino que mientras que otros se centran en lo que decíamos, los saltos y deslizamientos, él presume de los mismos y se permite el lujo de ejecutar decenas de movimientos más. Hay esquivas y rectificaciones en el aire, rebotes entre paredes, saltos de una pérgola a otra, “garfio”, cambios de dimensión a lo Crash Bandicoot 4 y a lo Titanfall 2, golpes que permiten ascender un poco más o ralentizar la caída, juegos temporales en los que volver sobre nuestros pasos al estilo de Braid, etcétera, etcétera.

“Sus mayores desafíos son opcionales y sirven de antesala a los coleccionables. Os recomendamos encarecidamente buscarlos”.

Cuanto más avanzas, más conscientes eres de que sus secciones de saltos no parecen proceder de un metroidvania, sino de un plataformas puro y excepcional. Tiene algunas larguísimas y la mar de complejas que exigen estudiar el recorrido y dominar todas las combinaciones y posibilidades de su sistema de movimiento. Los mayores desafíos son opcionales y sirven de antesala a los coleccionables, así que os recomendamos que no dejéis de buscarlos. Enfrentarse a retos tan desafiantes y satisfactorios es el mejor de los incentivos posibles.

Bailando con el parry

Semejante movilidad permite a los combates salir con mucho ganado. Gracias a ella, las batallas son dinámicas y divertidísimas. Nos tienen saltando de un lado para otro y luchando a diferentes alturas, a menudo sobre plataformas móviles y rodeados de trampas. Lejos de conformarse, Prince of Persia: The Lost Crown despliega ante nosotros una enorme variedad de enemigos. Si bien la trilogía de la época de PlayStation 2 se anclaba a la realidad y no iba mucho más allá de los zombis de turno, en esta ocasión nos entregamos a la fantasía. Es un desfile interminable de criaturas procedentes de la mitología persa y con toda clase de formas, ataques e incluso efectos de estado.

Es verdad que no tenemos más armas que nuestras espadas y un arco, pero ambas se pueden mejorar en la forja de la diosa Kaheva y además cuentan con un sistema de combos sorprendente y francamente superior a lo que el género nos tiene acostumbrados. Hasta tendremos un coliseo para practicar y descubrir el alcance de su sistema de combate. En él destacan dos cosas: los superataques y el parry.

Los primeros son ataques que ponen el mundo en pausa y despliegan su propia animación, pero exigen que antes carguemos una barra de energía conocida como Athra. Son de lo más vistoso y resultan demoledores, habiendo en torno a diez y ocultándose la mayoría por el mundo del juego. Si no exploráis os quedaréis sin muchos de ellos. Van desde un Kame Hame Ha hasta las 64 Palmas de Neji en Naruto. Los hay que crean una zona donde se regenera la vida y otros que nos ponen en modo contraataque y sólo se activan si alguien nos golpea en ese momento. ¿Pero sabéis lo mejor? Que los enemigos finales también los tienen y las batallas con ellos, con las animaciones de unos y otros de por medio, resultan espectaculares.

En cuanto al parry, recuerda a Sekiro en lo que a precisión y contundencia se refiere. No es fácil de dominar (porque como siempre, cada enemigo tiene su propia coreografía, es decir, su propia cadencia de ataques), pero resulta fundamental. Por un lado porque bloquear los golpes normales carga nuestra barra de Athra. Por otro porque hay ciertos ataques enemigos con un brillo especial a los que, si les hacemos parry, contraatacaremos con una animación en la que nuestro personaje les mata de un golpe. Como en el juego de From Software, la práctica hace al maestro y de cogerle el tranquillo dependerá que la travesía se nos haga más o menos difícil. En la recta final, o aprendes a hacer parry a los jefes o date por perdido.

Jefes finales dignos de un souls

Mención especial merecen esos jefes finales. Por número, por puesta en escena, por variedad entre unos y otros y por dificultad. Sabemos lo manido que está el epíteto soulslike en la actualidad, pero es imposible que ciertas batallas no os recuerden al grado de desafío y épica de los mejores souls. Sobre todo en las dificultades “Héroe” e “Inmortal”, las dos por encima de ”Guerrero” (normal). Os recomendamos jugar en Héroe, pero The Lost Crown es tan completo que hasta permite personalizar al detalle la dificultad y elegir cuánto daño recibimos, el tiempo de ventana del parry, la cantidad de energía que consumen los superataques, etcétera.

Hay jefes más o menos imaginativos, pero incluso aquellos que estamos hartos de ver (un jabalí o una serpiente gigante, por ejemplo) tienen tantos patrones de ataque y ofrecen tal despliegue que nos da igual. Existe uno que es como luchar contra Kratos y resulta demencial. Pero lo mejor es que, como os decíamos, no es lo mismo enfrentarse a un arquero que un espadachín, ni tampoco confrontar enemigos gigantes que ivales pequeños y ágiles. Requieren distintas aproximaciones y de nuevo se nos exige dominar todos los poderes y el parry. Es un juego que saca el máximo partido a cuanto ofrece.

Un mundo y unos poderes inolvidables

Pero si las plataformas y el combate son envidiables, qué decir de la tercera y última pata de todo metroidvania que se precie. Nos referimos al diseño de su mundo y la exploración. Prince of Persia: The Lost Crown se ambienta en el monte Qaf, una localización sacada de la mitología iraní que se considera un espacio “más allá de todo lugar” y que cuenta con un mapeado que tardaremos en olvidar y donde todo tiene cabida. Bosques frondosos y exuberantes, montañas congeladas de acantilados escarpados, costas de mares embravecidos, alcantarillas y catacumbas en penumbra, estancias palaciegas (bibliotecas, observatorios) sacadas de ‘Las mil y unas noches’... En lo visual es un viaje memorable, pero a los mandos no se queda atrás.

Los poderes que iremos desbloqueando son otro derroche de ingenio. The Lost Crown no se conforma con darnos habilidades como el dash y el doble salto, territorio común del género, sino que también aporta un puñado de funciones no vistas ni en la trilogía de Las Arenas del Tiempo, donde en el fondo nos limitábamos a retroceder y ralentizar. No queremos destripároslas, pero os adelantaremos que lo mejor de ellas es que tienen muchísimas aplicaciones. Aunque poseen sus puzles dedicados, no son los típicos poderes para superar niveles o situaciones concretas, sino que pueden sernos útiles en cualquier combate y fase de plataformas. Existe una deliciosa coherencia en todos los ingredientes del juego.

La función que van a copiarle todos a partir de ahora

En términos de exploración, la guinda del pastel son los fragmentos de memoria. Al igual que muchos otros metroidvania, Prince of Persia cuenta con un mapa en el que podemos poner marquitas para señalar las cosas que dejamos para más adelante. Cofres que no sabemos abrir y a los que deseamos volver cuando se nos ocurra cómo o cuando encontremos su llave, por ejemplo. La gracia está en que The Lost Crown permite sacar una captura ingame al momento y pegarla en el mapa. No olvidaréis qué eran vuestros pines porque directamente serán fotos. Suena a tontería, pero es un antes y un después en comodidad a la hora de peinar la zona y hacer backtracking.

“Poner fotos ingame en el mapa en lugar de pines o marcas es una función sin la que ya no podremos vivir en futuros metroidvanias”.

Al margen de dicho añadido, contamos con lo habitual en el género. O habitual desde Hollow Knight, pues la vendedora de mapas y el collar al que podemos poner amuletos con diversas ventajas parecen directamente extraídos de Hallownest. Pero el caso es que no falta nada. Ni misiones secundarias a lo Ori ni un refugio con toda clase de tiendas y personajes. El monte Qaf es un lugar repleto de contenidos opcionales que os recomendamos encarecidamente, pues repetimos, desembocan en jefes y poderes escondidos y tienen algunos de los mejores puzles y secuencias de saltos del juego.

Como curiosidad, al empezar la aventura se puede elegir entre dos modos según la cantidad de indicaciones e iconos que queremos en la interfaz y el mapa. Podemos pedir que nos ayuden y vayan marcando por dónde continuar la historia, pero también sumergirnos en el modo “Exploración”, más inmersivo y sin pistas ni cartelitos de ninguna clase. Pura exploración. Algo parecido a lo probado por los últimos Assassin’s Creed para no llenar el mapa. Si no sois asiduos a los metroidvanias, nosotros os aconsejamos la primera para siempre saber a dónde tenéis que ir.

Adiós al Príncipe de Persia

A diferencia de los juegos anteriores de la saga, la historia de The Lost Crown no nos pone en la piel del Príncipe de Persia, sino en la de uno de “los Siete Inmortales”, los mejores guerreros del reino. En concreto manejaremos a Sargon, más conocido como “el rashabar, o viento negro que arrasa todo a su paso”. El juego arranca en plena contienda entre los persas y el imperio kushán, batalla en la que nuestro cuerpo de élite (inspirado en leyendas reales) se luce y demuestra de dónde viene su fama. Una vez terminado dicho prólogo, durante el banquete de celebración, la mentora de Sargon traiciona a los suyos y secuestra al príncipe Ghassan (este sí, el Príncipe de Persia), obligando a los Inmortales a ir tras ella en una misión de rescate.

La búsqueda nos lleva al monte Qaf del que os hemos venido hablando, un lugar donde el tiempo empieza a hacer de las suyas. Sargon y sus compañeros se separan en busca del Príncipe y en su soledad, a cada uno le afecta el tiempo de una manera diferente. Para algunos, un día en Qaf es lo mismo que para otros tres años. Los personajes envejecen y rejuvenecen sin control, algunos tienen visiones de su pasado, otros de su futuro y eso por no hablar de los muertos que han resucitado y que se revuelven contra nosotros. Los límites de la cordura se difuminan y la historia se plaga de juegos temporales y paradojas.

Aunque radicalmente distinta a lo visto hasta ahora en la serie, la narrativa sigue presente y cuenta con toda clase de cinemáticas y diálogos ingame con sprites en 2D. Aunque es interesante y sus personajes caen bien, es cierto que más allá del principio y el final, la historia permanece en segundo plano y cede todo el protagonismo a lo jugable. Nunca desaparece hasta el punto de hacernos desconectar, pero tampoco es el goteo incesante de pensamientos de las entregas 3D, donde tenía mucha más importancia.

Teniendo en cuenta que esta vez es un metroidvania, nos parece bien, pues de hecho el género nos acostumbra a tramas bastante más endebles. Lo que sí nos molesta un poco más es la forma de cerrar ciertas incógnitas. Nos parece que hay contradicciones en sus paradojas temporales, cabos sueltos y giros de guion y personajes sin explicación. En cualquier caso suma más de lo que resta y si no pones la lupa sobre ella, si no recuerdas que era el alma de los anteriores, el poso que deja es positivo.

Lo único que no nos ha convencido

Como hemos dejado caer un par de veces, el único “pero” que podemos ponerle es a nivel visual, que no técnico. No hemos tenido ningún bug, los tiempos de carga entre cámaras eran ínfimos y hemos disfrutado de Prince of Persia: The Lost Crown a 4K y 120 fps en PlayStation 5. Además tenemos constancia de que también goza de unos sólidos 60 fps en Nintendo Switch (con 1080p conectados al dock y 720p en modo portátil). Pulido y fluido como pocos, nuestras desavenencias corresponden más bien al planteamiento artístico.

Prince of Persia: The Lost Crown es el nuevo escaparate del UbiArt Framework, el motor gráfico desarrollado por la propia Ubisoft Montpellier, quien nos regaló la vista en el pasado con Rayman Origins y Legends o con Valiant Hearts: The Great War. También es el motor de Child of Light. Acostumbrados al virtuosismo visual y buen gusto de dichos nombres, esta vez ha habido momentos en los que la estética cartoon se nos ha atragantado. Aún colorida y de escenarios preciosos, nos ha parecido que tenía margen de mejora, que por momentos pecaba de simple y hemos mantenido nuestros más y nuestros menos con esos personajes sacados de Clash of Clans o de un battle royale cualquiera. Pero puede ser algo personal y para gustos los colores.

“Cuenta con versión original en persa y una banda sonora que provocará un déjà vu auditivo a los fans de Las Arenas del Tiempo”.

De colofón a todo sirve su excepcional doblaje al castellano, aunque no debemos olvidar que acompaña una aplaudible versión original en persa. Tampoco podemos quedarnos sin nombrar el enorme trabajo de Gareth Coker, compositor habitual de Ubisoft, de los dos Ori o de Halo Infinite, entre otros. Se ha apoyado en la artista iranía Mentrix y el resultado no es sólo una maravilla la mar de respetuosa con la tradición musical de la región, sino que rinde homenaje a la trilogía de Las Arenas del Tiempo. Hay temas como el de combate que os provocarán un déjà vu auditivo y os harán sentir como en casa. Porque volver a Prince of Persia es volver a uno de nuestros hogares felices a principios de los 2000.

Conclusión

Prince of Persia: The Lost Crown es uno de los mejores metroidvanias que hemos tenido la fortuna de jugar. Un trabajo incontestable al que sólo se nos ocurre achacar que sea un poco feo para lo que nos tiene acostumbrados el UbiArt (y hasta eso es debatible dada la belleza de ciertos escenarios). En el resto de ámbitos no hay dudas. Una movilidad impecable, unas secciones de saltos dignas de los mejores juegos de plataformas, un combate divertidísimo, jefes finales memorables y un diseño de niveles para quitarse el sombrero. Es variado, completo y desafiante, con un ritmo y una curva de dificultad perfectas. Sus poderes derrochan ingenio y está lleno de secretos y mecánicas que no tardarán en copiarle. Hasta hay algún que otro homenaje a la trilogía de Las Arenas del Tiempo. Por todos esos motivos, Prince of Persia: The Lost Crown no es sólo el retorno de la saga. Tampoco es sólo una de las sorpresas más agradables que hemos tenido a los mandos. Es una de las cimas del género y un juego al que se tratará de referente más pronto que tarde. Kakolookiyam.

Lo mejor

  • Las mejores plataformas del género metroidvania.
  • Repleto de jefes finales, su sistema de combate resulta rápido y divertido, con un parry perfecto.
  • Ambientación, diseño de niveles y puzles.
  • Los poderes son imaginativos y tienen aplicación en saltos, batallas y rompecabezas.
  • Muy desafiante, con secretos dificilísimos de conseguir.
  • La mecánica de los fragmentos de memoria. Se la van a copiar todos.
  • Duración encomiable (de 20 a 30 horas), con secundarias y decenas de coleccionables.

Lo peor

  • Una estética por momentos debatible. No es el juego más vistoso del UbiArt Framework.
  • La historia acaba siendo secundaria y deja explicaciones por dar.
9.5

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.

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