Fallout 3
Fallout 3, guía completa - Tranquility Lane
Imprecindible manual de supervivencia para este mundo post-apocalíptico.
De pronto aparecemos, convertidos en niño de diez años, en el típico barrio idílico americano de los años cincuenta. Hay varios vecinos que pasean y parecen no ser conscientes de lo que pasa allí. En el centro, junto a los columpios, hay una niña pequeña, Betty, y un perro llamado Doc. Al hablar con Betty nos llama la atención que sólo se presta a colaborar si hacemos una serie de maldades a los vecinos a cambio de información sobre nuestro temerario papá. Antes de empezar el minijuegos de Tranquility Lane, que nos quitará una inmensa cantidad de karma, es bueno saber que existe otra alternativa para salir airoso de la situación. Una de las casas está abandonada y dentro hay varios objetos que emiten un sonido característico, una nota. Si tocamos esas notas en un orden concreto, una alarma anticomunista saltará, la farsa habrá acabado y nuestro karma está intacto. Pero si queréis jugar con Betty, he aquí lo que tenéis que hacer.
Para empezar, nos pide que hagamos llorar al pardillo de Timmy Neusbaun. Es sencillo. Lo primero que hay que hacer es hablar con sus padres, los Neusbaun, para enterarnos que su padre quiere mandarlo a una academia militar. Husmeando por su casa vemos un panfleto de la academia, lo cogemos y se lo enseñamos a Timmy, quien llorará desconsolado. (El resultado será el mismo si nos cargamos a la madre de Timmy pero es menos sutil y elegante, ¿verdad? ¡Somos caballeros, al fin y al cabo!) Cuando volvemos a hablar con Betty, por el camino nos detiene una anciana que nos dice que aquello es una farsa y Betty no es otra que el doctor Braun, un megalómano desquiciado que se cree Dios en aquel mundo virtual. Cuando hablamos con Betty de nuevo, a veces le cambia la voz por la de un hombre adulto. En ningún momento oculta sus intenciones. A cambio de información sobre James, nos exige más malas acciones.
La siguiente es destrozar el matrimonio de los Rockwell (no, matarlos no vale) Cuando vamos a su casa y hablamos con ambos, nos damos cuenta de que la mujer, Janet, está muy celosa de Marta Simpson, una vecina. Entonces tenemos que ir a casa de la tal Marta, coger su ropa interior y colocarla en la mesa de trabajo del sótano de los Rockwell. Cuando lo hagamos hay que avisar a la señora Rockwell de lo que hay abajo, ella mirará y romperá con su marido, Roger.
La siguiente petición de Braun es que matemos a Mabel Henderson pero de una forma especial, o sea, que no sirven nuestros puños. Es más fácil de lo que parece. Dentro de la casa de esta pobre mujer, vamos a la cocina, donde abrimos el gas del horno. Luego le pedimos que nos haga una de sus famosas tartas. Ella, encantada, lo hará, y en cuanto toque el hornillo, arderá hasta la muerte.
Ya llegamos al final del macabro juego de Braun. Sólo falta una última petición, que se veía venir: matar a todo el mundo. Pero tenemos que hacerlo usando un cuchillo y una máscara que encontraremos en la caseta del perro de la casa abandonada. Cuando hayamos logrado nuestro objetivo, Betty nos permitirá volver a la realidad junto a nuestro padre, que no es otro que el perro llamado Doc.
Una vez fuera de la cápsula, nos encontramos con el karma por los suelos pero en feliz reencuentro con el intrépido papá James. La conversación es lo suficientemente larga como para saciar toda nuestra curiosidad. Es hora de volver a Rivet City, junto a la doctora Li.