
La Fuga de Monkey Island
La Fuga de Monkey Island - 2.1.1 Los regalos de boda
He dividido el recorrido en pequeños capítulos para que se pueda consultar la parte concreta en que uno se atasque. Normalmente bastará con eso, pero a veces habrá que comenzar a leer desde el principio de la isla en que os encontréis.
2.1.1 LOS REGALOS DE BODA

Tras la salida a la luz de Le Chuck, Guybrush quedó un tanto descentrado, por lo que habló con Elaine hasta que ella le sugirió que hablará con la señora del vudú.
Por tanto, se encaminó al pueblo y entró en la Casa Internacional del Mojo. Había una gran mano en el centro del local, y Guybrush examinó cuidadosamente cada uno de sus dedos hasta que observó una que parecía algo diferente de las demás. Lo pulsó y apareció la señora del vudú.
Conversó con ella largo y tendido hasta que le pudo mostrar el cofre de los Marley. Así se hizo con unos pendientes, un collar y una pluma a pluma encadenada. Sin embargo, al parecer faltaba algo azul y había de buscarlo por la isla.
Se desplazó al puerto y observó la ranura para la devolución de cambio de la máquina de grog. Allí había una moneda 25 cent. Que cogió y usó en la propia máquina. Desgraciadamente se atascó, por tanto, pateó la máquina, golpeó la máquina, zarandeó la máquina y finalmente gritó a la máquina. De este modo cayó un montón de latas de grog. Cogió una y se largó de allí.
Su siguiente paso fue ir a casa de Meathook. Habló con su antiguo compañero de aventuras y le preguntó por las velas. Así pudo ver como movía su cubo con los viejos pinceles. Aquel tipo era muy aburrido y no hablaba de fútbol, sólo disertaba sobre arte, por lo que Guybrush cogió un pincel y se dejó caer por el bar Scumm a tomar algo.
Para su espanto, contempló como el Scumm se había convertido en un bar de moda para turistas con mucho dinero que gastar y poco cerebro para pensar. Mandril, aquel capitalista desalmado era el culpable y Guybrush se lo haría pagar tarde o temprano.
A la entrada a la derecha había un río de adorno con barquitos circulando sobre él. Guybrush se sentó en los taburetes que había al lado de ese río. Después llamó a la camarera y le dijo: "¿Puedo pedir ya?", y le preguntó por algo que estuviera cocinado. Eligió la única opción: el pescantillo flameante. Al poco vio como uno de los barquitos que circulaba frente a él se puso en llamas.
Delante de él estaba el mecanismo propulsor del barco de sushi, y en la pared había un cuadro de un paisaje. Justo cuando el barco ardiendo pasaba bajo el cuadro, Guybrush utilizó el pincel para bloquear el mecanismo. Esto hizo salir de la cocina a un cocinero con una camisa horrible, lo que aprovechó Guybrush para colarse en ella.
En su interior, usó la lata de grog en el generador de vapor del bote sushi que por allí se encontraba. Como resultado, el barco ardiendo disolvió la pintura del cuadro y dejó al descubierto un mapa. Así Guybrush se hizo con el cuadro azul.
Volvió al puerto y a su barco. Usó en la figura del mascarón los pendientes, con lo cual adquirió vida y comenzó a hablar. Lo más sorprendente no fue este hecho, sino lo macarra que era la tía. Probablemente había sido fabricada en algún barrio conflictivo de Madrid en los 70. A continuación le puso el collar y la pluma encadenada. Finamente le hizo sujetar el cuadro azul.
Ya sabía donde buscar el insulto definitivo.