Hace mucho tiempo que la Mannschaft no parte en una Eurocopa o un Mundial como una de las grandes favoritas para hacerse con el título. Esta vez, después del batacazo en Rusia (fue eliminada en la fase de grupos), una clasificación sin brillo y naufragios como el 6-0 sufrido frente a España en Sevilla, será así. El propio Joachim Löw, que estuvo a punto de ser cesado tras la debacle mundialista y, finalmente, decidió dar un paso atrás voluntario después de la EURO, no dudó en reconocerlo. Esta Alemania aún no está a la altura de selecciones como, por ejemplo, la francesa. Lo que no cambia es lo de siempre: su característico gen competitivo que la convierte en una amenaza constante.

Sobre el terreno de juego, en cambio, la nueva generación alemana tiene mucho trabajo por delante. Löw decidió iniciar un cambio generacional en su equipo y se deshizo de pilares como Boateng, Müller y Hummels para, dos años y medio después, terminar incluyendo en la lista a los dos últimos ante la falta de experiencia de su equipo. Kimmich y Goretzka abanderan una nueva generación que, uniendo fuerzas con los experimentados campeones del mundo de 2014, pretende despedir a Löw después de 15 años al frente de la Mannschaft por la puerta grande.

Lo que más preocupa es la vulnerabilidad en una defensa a la que se le vieron las costuras en el set que le endosaron los de Luis Enrique. Klostermann y Gosens, dos puñales por los costados, parecen haber solucionado el problema en los laterales. Donde no hay ninguno es arriba. Gnabry, Sané y Werner convierten el apartado ofensivo del cuadro teutón en un circuito de alta velocidad. Löw sabe que sus armas están en ataque, por lo que no ha dudado en fijarse en el Bayern de Flick, su sucesor a partir de julio, para tratar de asfixiar al rival mediante una presión ofensiva sin precedentes. El encargado de dirigir la orquesta alemana sigue siendo el mismo de siempre: el madridista Kroos.

El capitán de la Mannschaft fue objeto de críticas tras unas temporadas muy por debajo del nivel que solía ofrecer, pero el guardameta del Bayern de Múnich ya vuelve a ser aquel porterazo que gana partidos él solo. Su duelo particular con Ter Stegen (el guardameta del Barcelona se pierde la Eurocopa por una operación en la rodilla) durante estos últimos años por la titularidad, le sirvió como aliciente para subir un escalón más en su rendimiento y consolidarse, una vez más, como el cancerbero número uno de Alemania y, probablemente, del mundo. Si no hubiera sido por sus paradas en la fase de clasificación, Alemania lo habría tenido más difícil a la hora de sellar el billete hacia la EURO.

El seleccionador teutón lleva quince años en el cargo y disputará su séptimo y último gran torneo sentado en el banquillo de la Mannschaft. Fue el técnico que conquistó la cuarta Copa del Mundo para Alemania, pero aquella inolvidable noche en Río de Janeiro quedará muy empañada si su equipo vuelve a fracasar de nuevo en este 2021. Su proyecto final al frente de la selección alemana no terminó de arrancar, por lo que se vio obligado a revocar su decisión tras el fracaso mundialista en 2018 para terminar recuperando a veteranos como Müller y Hummels. Flick, artífice del sextete del Bayern, tomará las riendas del banquillo alemán después de la cita continental. Y Löw quiere entregar a su ex asistente y amigo una Alemania campeona.