El Arsenal ha pedido a la empresa que imprime las camisetas de los jugadores que deje de producir la del número 14: no van a hacerse más zamarras con el nombre de Thierry Henry. La razón es obvia: tras el acuerdo alcanzado entre el futbolista francés y el Barcelona, y a punto de cerrarse las negociaciones entre los clubes, los gunners dan por perdido a su jugador. Finalmente, las tres partes coinciden en que lo mejor para el delantero es su marcha: el Barça necesita un revulsivo y el Arsenal entiende que el ciclo de Henry ha terminado. Cansados de las tensiones provocadas por su temperamento, prefieren que el dinero de su traspaso se pueda dedicar a un goleador (quizá Diego Forlán, del Villarreal) que encaje en el estilo de juego de Arséne Wenger.

Además, el francés entendió hace meses que el club y su carrera van por caminos diferentes: el Arsenal planea crecer poco a poco, para compensar el esfuerzo económico de la construcción del nuevo estadio, y Henry está a punto de cumplir 30 años sin títulos europeos importantes con camiseta de club.

Amigos. Henry habla a menudo con Samuel Etoo y es también amigo de Ronaldinho, así que en el Barça ven su llegada como un posible puente entre las dos facciones del vestuario. Aunque Henry siempre se ha sentido cómodo con las divisiones: durante su estancia en el Arsenal se sintió siempre más cerca del bando francés (Vieira, Pires, Wiltord), y la distancia que mantenían en el vestuario con españoles y futbolistas de otras nacionalidades nunca impidió el continuado éxito del Arsenal. Henry sabe que no hace falta ser amigo de todos para triunfar, pero también que su presencia podría reactivar un equipo adormecido.