El defensa valenciano Sergio Ballesteros ha vuelto a sentirse futbolista al jugar unos pocos minutos en La Rosaleda frente al Málaga, tras cuatro meses de inactividad debido a una decisión del ex técnico del Mallorca Héctor Cúper.

Precisamente, la facilidad con que veía tarjetas -tampoco acabó el partido ante el FC Barcelona- fue uno de los motivos que llevaron a Cúper a prescindir de sus servicios.

Ballesteros, de 31 años, fue contratado por petición expresa del técnico Benito Floro, que le había tenido a sus órdenes en el Villarreal, y su peor día en el Mallorca lo vivió el pasado 4 de enero, cuando el club le comunicó que no contaba con él, al tiempo que le aconsejaba que "se buscara equipo".

Al parecer, Ballesteros había criticado a Cúper en el vestuario y esas palabras llegaron a oídos del entrenador argentino, aunque el futbolista siempre negó haber cuestionado la labor del ex técnico bermellón.

Incluso salió en su defensa al afirmar, tras su dimisión, que cuando un entrenador "dimite o lo echan, el fracaso es de toda la plantilla".

Ballesteros prefirió esperar una nueva oportunidad, que le llegó con la plaga de lesiones entre los defensas centrales y la marcha en enero del italiano Mark Iuliano.

Regresó en La Rosaleda jugando los minutos finales y la baja del argentino Eduardo Tuzzio, expulsado, le abre las puertas de la titularidad el domingo en Son Moix ante el Real Madrid si el nuevo responsable del banquillo bermellón, Gregorio Manzano, así lo estima conveniente.