CORONAVIRUS

Un estudio sugiere cambiar la forma de pinchar la vacuna

Una investigación de la Facultad de Medicina Duke-Nus de Singapur avanzar que cambiar la inyección intramuscular por la subcutánea disminuiría los efectos secundarios.

ANTONIO BRONIC

Las vacunas de Pfizer y Moderna, basadas en la tecnología de ARN mensajero, han sido las más utilizadas en España para la campaña de vacunación contra el coronavirus. La cantidad de dosis recibidas de ambos preparados ha propiciado que la mayoría de españoles esté inmunizado con una de estas dos vacunas. En todos los casos, el suministro de la dosis se ha producido por inyección intramuscular, es decir, el pinchazo se ha producido en el brazo.

Sin embargo, un estudio realizado en la Facultad de Medicina Duke-Nus de Singapur avanza que cambiar la inyección intramuscular por la inyección subcutánea ayuda a reducir los efectos secundarios como la fatiga que provocan las vacunas basadas en ARN mensajero.

¿Qué es una inyección subcutánea?

La inyección subcutánea es aquella que se produce con un pinchazo en el tejido subcutáneo de la piel. Es la capa más interna o profunda de la piel y está compuesta de grasa y tejido conectivo. Algunas zonas específicas para poder realizar este tipo de pinchazo son la parte inferior del vientre, el lado o la parte posterior de los brazos, la parte frontal de los muslos o la parte baja de la espalda. Los medicamentos o vacunas en estas zonas se absorben más lentamente que si se inyectan en una vena o en un músculo.

Datos de la investigación

La investigación se ha realizado con 175 ratones a los que a un grupo se ha administrado la dosis de Pfizer por inyección subcutánea y a otro por inyección intramuscular. En los resultados se ha observado que el pinchazo subcutáneo ayudaría a aliviar los efectos adversos que provocan en ocasiones las vacunas contra la COVID-19.

Asimismo, los autores del trabajo destacan que este cambio en la forma de administrar la vacuna "no pareció comprometer" los efectos protectores que concede la vacuna contra la COVID. Uno de los investigadores, Eng Eong Ooi, demanda que a raíz de este estudio se produzcan otros similares "para comprender plenamente los mecanismos subyacentes a los efectos secundarios asociados a las vacunas y contribuir colectivamente a desarrollar vacunas aún más tolerables".