Sólo Valverde aprieta a Roglic
El murciano atacó desde abajo en El Acebo, pero el maillot rojo resistió su arrancada. El triunfo se lo llevó Sepp Kuss, un gregario del líder.
El 8 de septiembre de 1575, durante el reinado de Felipe II, hace hoy 444 años, María de Noceda acudió a escuchar misa, oficiada por Melchor de Carvallo, a la Ermita de la Virgen del Acebo. María tenía un problema desde niña, que el relato de la época define como “una pierna seca, y pegada la pantorrilla con el muslo, y así andaba sobre dos muletas, y con mucho trabajo”. En aquella fecha, que coincide con el Día de Asturias, “quedó la pierna buena, y tan llena y sana como la otra... y de allí en adelante quedó sin cojera alguna”. Aquella curación divina fue el primer milagro documentado de Nuestra Señora del Acebo, cuyo santuario se convirtió en un lugar de peregrinación.
En la historia moderna, El Acebo recibe también a otros peregrinos en bicicleta, a ciclistas profesionales en busca de la victoria y a vocacionales cicloturistas que emulan sus gestas. La cumbre asturiana se estrenó este domingo en la Vuelta a España, pero ya llevaba mucho tiempo en el calendario de la Vuelta a Asturias, donde ha conocido campeones como Indurain, Escartín, Chava Jiménez, Nairo Quintana y Carapaz. Ahora hay que añadir el nombre de un escalador estadounidense de 24 años, que el próximo viernes cumplirá 25 en plena competición: Sepp Kuss.
El norteamericano está siendo uno de los mejores gregarios de Primoz Roglic durante la Vuelta. Su presencia en la escapada en esta primera etapa de gran montaña por Asturias tenía una función clásica para el Jumbo-Visma, que lanzaba a un hombre de calidad por si el maillot rojo necesitaba su ayuda en lances venideros. Pero Roglic va tan sobrado, y Kuss lo tenía tan claro, que el equipo neerlandés decidió no parar al alegre escalador de Colorado. Un regalazo anticipado por su cumpleaños.
En la fuga también estaba Marc Soler, que vivió justo la situación inversa una semana antes en Andorra, cuando fue frenado para esperar a Nairo Quintana, que en aquella novena etapa se enfundó el maillot rojo. A Soler no le sentó bien, hizo aspavientos discrepantes… Y al día siguiente tuvo que pedir disculpas. El talentoso ciclista catalán no llevaba razón, aunque visto con perspectiva, de una forma oportunista, el Movistar llevaría ahora otro triunfo de etapa, porque la baza del colombiano ha fallado después. El caso es que Soler fue parado este domingo otra vez, aunque ahora no tenía opciones de vencer, y por detrás no venía Nairo, sino Alejandro Valverde, que había lanzado un ataque en las primeras rampas del último puerto.
Valverde arrancó a casi siete kilómetros, con poderío. Su andanada hizo daño a todos menos a uno: Roglic. Allá se fueron los dos, el primero y el segundo de la general, los más fuertes, mientras que el Astana intentaba suavizar las pérdidas de Superman López al mínimo posible: a 41 segundos. A su rueda cruzó la meta Tadej Pogacar, ese imberbe de 20 años que este domingo estuvo menos inspirado. El sufrimiento también suma para su aprendizaje. Quien ya no iba ahí era Nairo Quintana, que cedió 1:36 y prácticamente se descarta para el podio final.
La palabra milagro, tan ligada a esta cima del Acebo, también se utiliza mucho en el deporte para ensalzar casos excepcionales, grandes sorpresas, momentos épicos. Ejemplos como el de Valverde, que a sus 39 años aún lucha por la Vuelta y se permite ataques en la gran montaña. O también como el de Roglic, que en sus tiempos mozos era saltador de esquí y ahora está a punto de ganar una gran vuelta.
Este lunes gozaremos del siguiente capítulo con la etapa reina, que culminará en la inédita cima de La Cubilla, después de cubrir San Lorenzo y La Cobertoria como suculentos primeros platos. Bendito ciclismo.