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Podría ser una corriente filosófica, sin ir más lejos. O una tendencia política. Es conocida por El Unocerismo. Podemos asegurar que es una táctica deportiva, en concreto, futbolística. Tiene una sola variante, que sepamos. El cerounismo. Parecida pero no exactamente igual.

El glorioso Atleti lleva ya tiempo instalado en esa táctica. Es el mejor del mundo jugando al unocerismo. O al cerounismo. No podemos negar que nos ha ido bien, esa es la verdad. Hemos conseguido cosas muy importantes, incluso impensables años antes, practicando el noble juego del Unocerismo. Basados en una defensa numantina, controlamos durante la primera parte el partido para asestar una puñalada en el segundo tiempo y sufrir hasta el pitido final. La verdad es que no está mal pensado, pero... si lo importante son los resultados, es indiscutible su mérito. Y si lo importante es el juego llega un momento en el que prefieres cambiar de canal y ponerte Equipo de Investigación en La Sexta que el partido del Atleti. Aun así, eso no llega a ocurrir. Termino el partido sufriendo como un poseso sin quitar ni un segundo los ojos de la pantalla del televisor.

Los partidos de Liga me suelen pillar viajando para dar un concierto, en cualquier hotel de España o de América, o en cualquier prueba de sonido. Cuando no puedo verlo, suelo acudir a la app de AS y solo hay tres posibilidades: que vayamos empatados a cero, que vayamos uno cero ganando o que vayamos cero uno ganando. Y que dure. Pero uno sueña con meter el segundo todas las semanas.

Ahora llega el Madrid, que viene de meter cinco en Anfield. Se dice pronto. Bueno, aquella vez que estuve en Liverpool vi cómo el Atleti le metía tres a los Beatles y pasaba la eliminatoria. ¿Heroicidades? Ambas lo son. Con la diferencia de que a Ancelotti se le eleva a los altares por su táctica, y de Simeone se dice que puso un autobús en Anfield. Y además, de dos pisos, que estábamos en Inglaterra. Nada es verdad ni es mentira. Depende de la bufanda que lleves. La mía ya sabéis cómo es.

Descanse en paz, Amancio Amaro.