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Nadal tiene trabajo por delante

Alejandro Valverde y Rafa Nadal cayeron este viernes en dos terrenos donde en otros tiempos recientes eran invencibles. Valverde ni siquiera pujó por la victoria en el repecho que otorgaba la primera maglia rosa del Giro de Italia. Y Nadal sucumbió sobre tierra batida, aunque sea una tierra tan particular como la que se reboza en la altitud de Madrid. De todos modos, son dos casos diferentes. Mientras Alejandro da sus últimas pedaladas a los 42 años en la temporada de su retirada, con el presente ya heredado por otros campeones como Mathieu van der Poel, ganador en la meta de Visegrado; Rafa todavía es un jugador absolutamente competitivo, que este 2022 ha conquistado el Open de Australia, su 21º Grand Slam, entre otros éxitos, y aún no ha iniciado la cuesta abajo que conduce a la jubilación.

Más o menos a la misma hora que se resolvía el Giro, Nadal luchaba con Carlos Alcaraz en los cuartos de final del Madrid Open, con todas las miradas del deporte español fijadas en este recién nacido derbi del tenis, y con Novak Djokovic, un reto mayúsculo, esperando ya en la semifinal del sábado. Rafa cedió el primer set por 6-2, aunque con cierta sensación de resultado engañoso, porque el balear ha llegado justo de forma a la capital, después de 45 días inactivo por una fisura de costilla. Carlitos perdió luego el segundo por 6-1, con una sensación incluso más engañosa que la anterior, porque se había torcido un tobillo en pleno litigio. Alcaraz remató el triunfo en el tercero por 6-3. No sabemos si ese marcador es la diferencia real entre ambos, pero sí que es la diferencia entre el actual Alcaraz y el actual Nadal. El murciano se fue feliz con la primera victoria sobre su ídolo. Y Rafa salió cariacontecido, conocedor de que tiene trabajo por delante, y un hueso más en los cuadros. Que nadie caiga en el error de que el relevo ya se ha consumado. Hay que ver a los dos al cien por cien.