Pep pensó en blanco y Klopp le puso rojo
Guardiola priorizó las semifinales contra el Real Madrid, sin olvidarse de que también la Premier depende de los suyos y medio entregó la ‘Cup’. No se vio con cuerpo para meter a sus titulares una tercera paliza en siete días y se dejó seis en el banquillo, demasiados para la entidad del rival que tenía enfrente. Para compensar, amenazó con un once en el que cabían cuatro delanteros: Gabriel Jesús-Grealish-Sterling-Foden, pero el bloque se partió en dos mitades y el Liverpool se lo llevó por delante. Klopp, sin embargo, apostó fuerte por estar en la final de la competición más antigua del mundo y alineó un once que, en una pletórica primera parte, mitad ballet, mitad rock, enardeció a sus masas, mayoría en el faraónico Wembley.
![Guardiola acude a felicitar a Klopp mientras éste se abraza a un miembro de su staff.](https://img.asmedia.epimg.net/resizer/v2/NHA4IMZ5PZICXMOYDWIT6IOQBM.jpg?auth=632b81d9b3d79c715737cc7391016b8bbc8ab6d6d85368ce4f33593bd93e6f29&width=360)
En clave semifinales de Champions, los de Anfield demostraron estar en un momento óptimo. Tanto de juego, como físico. El Liverpool cuando juega es que juega de verdad. Mezcla pausa y vértigo y su fútbol entra por los ojos. Ya puede Emery sacarse otra pizarra mágica de su imprevisible baúl para frenar a la marabunta roja. El City, por el contrario, anda más justito. De mente y de piernas. O eso parece si analizas los dos partidos contra el Atlético y estos dos consecutivos contra el Liverpool en los que solo dio la talla en la primera parte del duelo de la Premier del sábado anterior.