Modric: hasta que usted quiera, maestro

Cuando peor pintaba la cosa, con el equipo roto y el resultado en contra, solo había un jugador blanco en el campo que parecía estar convencido de poder pasar la eliminatoria: Luka Modric. El croata, ya leyenda, se empeñó en doblegar al Chelsea agarrándose al escudo y a los pulmones hasta reventar. El pase marca de la casa de exterior que Rodrigo convirtió en gol fue la tecla que conectó a jugadores con afición para crear esa atmósfera inenarrable que sólo se puede vivir en el Bernabeu en esta competición.

En un partido en el que el Madrid no olía la pelota y tocaba sufrir, Luka se remangó para hacerse kilómetros con la fuerza de un juvenil y la cabeza de un maestro. Todo lo bueno de los de Ancelotti salió de la botas de un futbolista que, con el estómago lleno de títulos y la cuenta corriente de ceros, honra la camiseta del club que le paga cada día que sale a un terreno de juego. La ovación con la que su gente le despidió después de certificar la clasificación fue el reconocimiento a un futbolista eterno que entra de lleno en el Olimpo de los escogidos. Ahora toca no cometer errores del pasado y cerrar un contrato de renovación con Modric con una fecha de finalización muy sencilla: hasta que usted quiera, Maestro...

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