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Roglic no es Pogacar

La temporada ciclista 2022 avanza con dos campeones en boca de todos. Bueno, en realidad, con uno: Tadej Pogacar. El otro es más un deseo que una apuesta segura: Primoz Roglic. El inicio del curso ha mostrado a un Pogacar portentoso, que ya acumula siete triunfos, uno más que el velocista Fabio Jakobsen, y se ha marcado varias exhibiciones como la Strade Bianche y la etapa de Carpegna de la Tirreno-Adriático. No es sólo que gane, es que arrasa. Al igual que el equipo UAE, que ha enderezado los titubeos de antaño y lidera la campaña con 18 victorias. Si han escuchado comparaciones con Eddy Merckx últimamente, tachen todos los nombres que no sean Pogacar, sobre todo aquellos que fueron etiquetados a priori, antes de demostrar nada. Y, sí: me refiero a Remco Evenepoel. La brutal autoridad del doble ganador del Tour genera debates a la altura del Caníbal, porque hoy se muestra como el atleta más dominante de cualquier disciplina en el planeta Deporte. Quizá Lewis Hamilton o Novak Djokovic llegaron a abrumar tanto en un pasado reciente. No, ahora.

Si miramos al Tour de Francia, la madre de todas las batallas, el aficionado siempre confía en que alguien apriete al número uno. Con el Ineos a la baja por la lesión de Egan Bernal, lo más parecido a un anti-Pogacar que existe en el pelotón es Roglic, también capaz de ganar en todas las estaciones del año y en todas las modalidades del muestrario. Pero Roglic no es Pogacar. Aún queda mucho para julio, y las variables son múltiples, pero las sensaciones que proyectan son diferentes. Roglic siempre ha sido un ciclista más humano, más vulnerable, con días malos, accidentes y averías. La semana pasada, en el duelo a distancia que mantuvieron ambos, Tadej arrolló en la Tirreno y Primoz las pasó canutas en el cierre de la París-Niza. Eso no le elimina de ningún pronóstico, pero le vuelve más terrenal.