El peso de la historia

España arrancó la Eurocopa de fútbol sala con un triunfo claro sobre la debutante Bosnia: 5-1. Era lo previsible ante un rival de menor categoría, aunque siempre hay que tener cuidado en los estrenos de los grandes campeonatos. La igualdad se ha estrechado tanto en este deporte, que cualquiera puede dar el susto. La Selección inicia así la reconquista de Europa, un palmarés donde es el indiscutible rey, con siete coronas. La primera, en 1996, en la inauguración del torneo. Y la última, en 2016. La copa ha viajado a otros países sólo en cuatro ocasiones, dos a Italia y una a Rusia y a Portugal. El vecino luso es el actual campeón, tanto de Europa como del Mundo, y mantiene la condición de favorito, a pesar de que compite sin el icónico Ricardinho. España no alzó el trofeo esas cuatro veces, pero sí subió al podio, con dos platas y dos bronces, lo que define bastante bien dónde está su sitio. Todo lo que no sea luchar por la victoria, carece de justificación. Es el peso de la historia. La presión de esos siete títulos continentales y de las dos estrellas de campeona mundial que lucen sobre el escudo.

La Selección sale a por todo, lógico, si bien es verdad que en los últimos años ha perdido la etiqueta de primera favorita. España no canta el alirón en un torneo internacional desde 2016, el periodo de sequía más largo de su ilustre andadura. El seleccionador, Fede Vidal, tiene esa asignatura pendiente desde su desembarco en 2018. Para la ocasión ha presentado un grupo remozado, con seis cambios respecto al equipo que cayó en cuartos, ante Portugal, en el Mundial del pasado septiembre, hace sólo cuatro meses. Aunque, realmente, una de esas novedades es Sergio Lozano, que vuelve a vestir la rojigualda, tras salir de su tercera lesión de gravedad. Siempre ejemplar. El liderazgo de Lozano, que este sábado ya marcó y asistió ante Bosnia, es uno de los caminos que pueden devolver a España al trono continental.